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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Federico Molinari, el señor de las anillas

Domingo, 29 de julio de 2012 03:42
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Casi nueve horas tuvo que esperar Federico Molinari para confirmar algo que desde temprano, cuando terminó la subdivisión 1 de la clasificación de gimnasia artística, se especulaba: el santafesino, que consiguió una clasificación olímpica después de doce años, metió a un gimnasta argentino por primera vez en una final de un Juego Olímpico. Será en anillas, donde consiguió una puntuación de 15.33 para terminar en el 7° lugar en la general. “Es algo histórico, lo sé. Esoy cayendo de a poco, es algo impensado”, dijo antes de dejar el estadio.

La jornada empezó temprano para este hombre de 28 años nacido en Rosario, por eso decidió anoche no estar en la ceremonia de apertura en el Parque Olímpico y, en cambio, descansar en su habitación de la Villa. “Por suerte, salió todo muy bien y esta espera valió la pena, si no se daba también porque estoy muy contento con la actuación que hice”, contó mientras aguardaba por la definición de la última ronda acompañado por su novia, Paula, y su entrenador, Vladimir Makarian.

¿Cómo comenzó este día interminable para Molinari, quien compitió primero y tuvo que esperar dos series más, viéndolas desde la tribuna?

“Ya entrar ahí al estadio te afloja todo, así que demasiado bien salió, era impresionante. Encima yo entro y cuando entro, prenden las luces y veo para allá (la tribuna) y la veo a ella (en referencia a su novia, quien lo acompaña a todos lados) con la bandera y ya empiezo a llorar antes de empezar a competir. Después, fui caminando y tomé una buena decisión al hacer suelo, como para entrar en torneo, sacarme los nervios y entrar también en calor. En suelo hice una muy buena serie, que me sirvió para relajarme. Si no hacía suelo por ahí en anillas iba a tener mucha más presión”, repasó.

En anillas, justamente su mejor aparato, logró una marca de 15.333, que le permitió llegar en el quinto lugar a la tercera subdivisión, allí donde rusos, ucranianos y alemanes atentaban contra su clasificación.

Pese a que bajó al séptimo puesto por las actuaciones de los rusos Balandin (15.666) y Ablyazin (15.500), y ante cada nueva performance trataba de no mirar y se tapaba la boca, hubo tranquilidad -según el mismo lo contó al abandonar el estadio North Greenwich Arena- cuando, en la última ronda, el alemán Fabian Hambuchen no pudo llegar a los 15. Y, entonces, se fundió en un abrazo con su novia. “Me relajé 100% cuando vi a los dos alemanes que estaban en la última rotación porque me di cuenta que matemáticamente estaba. No quise festejar hasta el final porque es la cábala”, contó después.

Aunque todavía no cae, Molinari sabe que “es algo histórico” y está “cayendo de a poco” porque antes de llegar a Londres era algo soñado ser finalista, pero todavía “impensado”.
Con el objetivo más que cumplido en sus primeros Juegos Olímpicos, el santafesino ya piensa en el 6 de agosto, cuando participe por primera vez de una final olímpica. Será en anillas, el aparato en el que tanto trabajó luego de que una lesión en la rodilla en 2007 le impidió entrenarse con normalidad en los otros aparatos y lo dejó sin chances de soñar con la clasificación a Pekín 2008.

Ayer, en Londres, el sueño se hizo realidad. A partir de ahora todo es felicidad.

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