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Nilda Ocha (58), una pasajera herida en una unidad de Saeta, permanece en terapia intensiva en el sanatorio El Carmen, desde hace casi 21 días, sin ser asistida económicamente por los propietarios del corredor 4, concesionado por Saeta a la empresa Transal SRL, a pesar de las denuncias efectuadas en la comisaría 1 y las sucesivas cartas documento que les fueran giradas en su momento por el hijo de la accidentada, Luis Alfredo Benites (24).
En representación de la mujer, el abogado Walter Atilio Díaz, junto a Benites, hicieron público su reclamo.
“La empresa ha incurrido en los delitos de daños y perjuicios y abandono de persona”, dijo el letrado.
“Al parecer no ha denunciado el accidente a la aseguradora y no sabemos qué está especulando”, agregó. En tanto, Benites aseguró que se entrevistó con la doctora Andrea Ale, auditora médica de Transal, quien no le dio solución alguna. “Tuve que recurrir a la obra social de mi madre, el IPS, y hacerme cargo personalmente del tema económico. Los estudios, las cuatro tomografías y los medicamentos me consumieron más de diez mil pesos, además de la pérdida laboral en la que incurrí. Pero no me quedé de brazos cruzados: recurrí a la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT), en donde me recibió Gabriel Perea García, quien por poco me echa. “Saeta no tiene nada que ver, andá a litigar con Transal. Pero hasta el momento esa firma no apareció donde se encuentra internada mi madre, una pasajera de su corredor, que padece un hematoma extradural agudo, temporoccipital izquierdo laminar, según diagnóstico del médico Matías Fatechi, del mismo sanatorio, quien sugirió que si mi madre no mejora, deberá ser intervenida quirúrgicamente para extraerle un coágulo que pone en riesgo su vida. ¿Los usuarios de Saeta merecemos esto?”, se preguntó.
Un volantazo causó el accidente
“A la clínica la llevó el inspector de Transal, Tomás Vallejos, quien además de tratar a mi madre de ‘boliviana’, cuando en realidad es oriunda de La Poma, y argentina hasta la muerte, le retuvo el boleto con la excusa que detrás de él había anotado los datos del accidente”, dijo angustiado Luis Alfredo Benites.
El accidente se produjo cerca de las 9 del 11 de julio sobre la calle 25 de Mayo, cuando el interno 432 del corredor 4, conducido por Aldo Burgos, realizó una brusca maniobra que arrojó a Lidia Ochoa al foso de descenso.
“A mi madre le suturaron la herida visible que tenía en el cuero cabelludo y la enviaron de alta a su casa. Allí se descompuso y comenzó a vomitar, por lo que debimos reinternarla, pero bajo nuestro peculio, en el mismo centro asistencial”, dijo. “Desde entonces permanece en terapia intensiva, con pérdida de memoria y con posibles secuelas, si es que es intervenida quirúrgicamente”, denunció el joven.