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No fue un día como todos en Casa Amarilla, lugar donde practica diariamente el plantel de Boca Juniors. Es que unas 700 personas le dieron ayer un marco colorido y bullicioso al primer día de entrenamiento de Juan Román Riquelme en su regreso al equipo de Carlos Bianchi.
Desde muy temprano los hinchas se agolparon frente al portón del acceso principal al complejo Pedro Pompilio, a la espera de que se les habilitara el ingreso, y por otra parte la cantidad de autos estacionados sobre esa calle marcaba el hecho de que se trataba de un acontecimiento muy especial. Como el ingreso solamente iba a habilitárseles a los socios, muchos jóvenes que no cuentan con esa condición treparon al paredón para observar lo que pudieran del ídolo que retornó al club. Riquelme, junto un grupo de jugadores que no fueron titulares frente a Quilmes realizaron algunos ejercicios, cuando ingresó a la cancha de Casa Amarilla fue ovacionado con el característico “Ri-queeeel-me, Ri-queeelme”.
Las voces de aliento se repitieron cada vez que Riquelme pasó trotando al lado de la tribuna y solo puede compararse con la ovación que se produjo cuando ingresó al campo el Virrey Bianchi.
Finalizada la actividad, Riquelme se quedó por espacio de casi veinte minutos firmando las camisetas que le eran arrojadas desde la tribuna, oportunidad que sirvió para que recibiera todo el afecto de los hinchas, que lo bancan, aunque una buena parte de la parcialidad xeneize no está de acuerdo con su vuelta.