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Sembrando progreso, el karma de un escritor

Martes, 04 de junio de 2013 02:01
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“La gloria nunca ciñe de laureles la sien del que se ha complicado en las ruinas de su tiempo; tardía a menudo, póstuma, a veces, aunque siempre segura, suele ornar las frentes de cuantos miraron el porvenir y sirvieron a un ideal...”
Soberbia frase. Contundente. Su autor es José Ingenieros, uno de los intelectuales más influyentes de los años del Centenario. Define a un estadista perfecto.
La encontré en uno de los incunables de mi biblioteca, que no será tan grande como la de Gori Caro, pero contiene sus joyitas. La frase de Ingenieros está dedicada por el autor del libro a Juan Carlos Romero. Y allí viene la sorpresa, el autor es Juan Manuel Urtubey, gestor de esa síntesis que nadie olvida - él, menos que nadie - sobre la gestión de quien fuera su patrocinante y ahora es su karma. El libro, Sembrando progreso.
Entusiasmado, Juan Manuel eligió ese acápite para el capítulo que titula: “Juan Carlos Romero; un federalismo total”. Pero no estaba escribiendo sin filtro ni era una mera ocurrencia.

El texto es contundente e incluye análisis históricos, prospectiva y elogios para varios funcionarios de aquella época. Para Urtubey, Juan Carlos Romero era un representante del “federalismo de nuevo cuño”. El autor, fascinado, elogia el desempeño de Romero en la Constituyente de 1994, donde “interpretando las posibilidades que otorgaba a las provincias el proceso histórico integracionista, elabora y propone un nuevo marco jurídico constitucional que les permitió a las provincias desarrollar sus propias estrategias autónomas de crecimiento y de inserción internacional”. Lo ve, sin titubeos, como un líder integracionista y lo describe, con pudorosa discreción, como un heredero de San Martín y Bolívar.
No es exageración, al menos de mi parte. Está en la página 117 del libro Sembrando progreso, que la editorial Hanne publicó en marzo de 1999.
Entre diatribas contra el Partido Renovador de Salta, al que descalifica por su gobierno de 1991 a 1995 y al que asocia luego con la Alianza de De la Rúa, Urtubey cuenta cómo el gobierno de Romero fue emergiendo de las cenizas, transformó el Estado y multiplicó los polos productivos de la provincia.
El actual gobernador reconoce que su predecesor construyó 12 mil viviendas en tres años, 140 escuelas nuevas y 697 refaccionadas, 1630 km. de redes de agua potable y 1350 km de cloacas... La lista es larga.
En materia social, asegura que para Romero, los esfuerzos no son gasto, sino inversión y están dirigidos a que “los más débiles y carenciados alcance la capacidad de autodesarrollo..”
 

Sembrando Progreso tiene 240 páginas, y si empieza con contundencia, la contratapa es definitiva: “Las utopías de ayer son las realidades de hoy”. Así sintetiza al gobierno de Romero.
Se lee rápido en lo conceptual pero su densidad estadística constituye un aporte espectacular para cualquier archivo de los romeristas.
Y están pensando en una reedición. En el equipo de campaña de Tolo no falta quien sugiera que donde dice Juan Carlos Romero pongan Juan Manuel Urtubey, y que cambien algunas fechas. Como nadie se lo va a creer, prefieren que salga como está, con dedicatoria y todo, porque es de alto interés científico verificar como cambian los discursos según sople el viento. Creen que se va a vender como pan caliente y no dejaría de ser negocio para alguno de los quiosqueros del oficialismo.
La lectura de este incunable podría dar pie a dos simposios sobre sicoanálisis; uno lacaniano y el otro freudiano.
Es que cuando cualquier salteño de a pie lo ve tan enojado a Urtubey con Romero no puede entender el viraje. ¿Será enojo esto que lo hace aliarse con Julio César Loutaif, que fue el ministro que en 1995 dejó los sueldos sin pagar? ¿O el romance que vive ahora con Cepillo Olmedo, a quien le promete dejarlo como gobernador cuando él sea presidente en 2015?
Enojo, lo que se dice enojo, no parece. El karma es una energía que en la tradición budista vincula vidas pasadas y espíritus cercanos.
Pero en el lenguaje coloquial, karma es “trauma, castigo o peniten cia”.
 

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