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Irma Sofía Marcial Acosta fue condenada a tres años de prisión condicional y a pagar 168 mil pesos a once personas que estafó, según falló la jueza Ana Silvia Acosta de Medina, vocal de la Sala IV del Tribunal de Juicio. Entre sus víctimas está, incluso, su hermana.
La historia comenzó en un curso de tejido que se dictó en la escuela Joaquín Castellanos, donde conoció a la mayoría de sus víctimas, entre ellas el profesor. Con el paso de los días, Irma se ganó la confianza de sus compañeros y les ofreció comprar máquinas de tejido industrial en Chile o Perú, donde resultarían más baratas (unos 8.000 pesos) y las traería a través de la empresa minera en la que trabajaba con su supuesto título de ingeniera.
Tras recibir los primeros pagos, la mujer comenzó a exigirles más dinero aduciendo que aún faltaba para la compra. Los pagos se hacían en su casa, donde se halló un cuaderno con el registro de lo que cada comprador había pagado.
Las semanas pasaron y las máquinas no aparecían. Ella respondía con excusas a sus compañeros, como problemas en la Aduana de Buenos Aires. Varios dudaron y la investigaron en internet, donde descubrieron que ella tenía antecedentes de estafas.
Además de la estafa con las máquinas, tampoco tiene matrícula de ingeniera ni trabaja en la minera.
Una hermana dijo que tras sufrir un ACV, Irma la cuidó pero en ese tiempo sacó una tarjeta de crédito a su nombre que descubrió al recuperarse.