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El sueño de la revolución y la crudeza de las dictaduras

Sabado, 11 de marzo de 2023 02:16
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América Latina ocupa y preocupa tanto en materia institucional como en términos de desarrollo económico y social. Hoy la región tiene menos democracias plenas y más regímenes híbridos (populismo, democracia electoral, degradación institucional) y dictaduras (Cuba, Nicaragua, Venezuela). Por ejemplo, el régimen totalitario de La Habana solo admite una ideología, la socialista, y autoriza incluso el uso de la violencia contra quienes pretenden revelarse a dicha imposición. En esas circunstancias, pese al relato de poseer la ‘mejor democracia’, los procesos de votaciones, no de elecciones, están viciados y vaciados de contenido al no garantizar la genuina participación política, una auténtica competencia electoral y la existencia y participación de partidos de oposición, negando con los hechos el pluralismo político, social y cultural, según se extrae del estudio “Elecciones para la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba 2023” publicado por DemoAmlat-Transparencia Electoral.

La corrupción y los excesos de los gobernantes atraviesan la región de norte a sur. Los gobiernos de México, El Salvador, Colombia, Bolivia y Argentina generan grandes alarmas. Tampoco hay que olvidar el fracaso del improvisado presidente Pedro Castillo quien fue destituido por el mismo Poder Legislativo que intentaba cesar y ahora enfrenta cargos ante la Justicia. Los eventos recientes acaecidos en Brasil, con el regreso al poder del flamante presidente Lula Da Silva y la negativa de Jair Bolsonaro a transferir el mando (como hiciera en 2015 Cristina Fernández de Kirchner con Mauricio Macri) dejó al desnudo la fractura del país más grande de la región. Los seguidores del expresidente Bolsonaro ocuparon las sedes de los tres poderes en Brasilia y clamaron por un golpe de Estado. 

Violencia e inestabilidad

El ex canciller peruano Luis Gonzáles Posada subraya que la región atraviesa un momento de gran inestabilidad con predominio de gobiernos autoritarios que forman parte de un bloque o cofradía política llamada Socialismo del Siglo XXI que se sostiene en el crimen organizado y gracias a los excedentes del narcotráfico. “Me estoy refiriendo a Nicaragua, donde Daniel Ortega domina el país y lleva, en conjunto, 30 años en el poder si se suma su primer periodo cuando era miembro de la junta de gobierno. En Nicaragua hay una dictadura brutal que encarceló a todos los candidatos presidenciales de oposición. Hay docenas de políticos detenidos, se han tomado los medios de comunicación, suspendido a las ONG y detenido y expulsado a sacerdotes y congregaciones religiosas. Este es un régimen dictatorial y corrupto que forma parte del bloque citado. 

El régimen cubano se mantiene en el poder hace 63 años y no lo toca nadie. Hace casi dos años aplastó a los ciudadanos que salieron a las calles a reclamar legítimamente mejores condiciones de vida y les impuso elevadas penas de prisión como resultado de juicios injustos y procesos viciados y sin garantías. Y, por otra parte, en el mismo bloque, está el régimen venezolano que ha generado una crisis migratoria sin precedentes en la región, con más de siete millones de personas que se han desplazado al exterior por falta de alimentos, medicinas y seguridad. Hay docenas de personas encarceladas y por eso mismo la Corte Penal Internacional está investigando. En ese país han sido barridos los medios de comunicación independientes. 
Pasando a Bolivia, lo que se encuentra es una dictadura encubierta en un régimen híbrido que ha condenado a la expresidenta Jeanine Áñez a diez años de cárcel por un acuerdo entre Evo Morales, su partido, el gobierno y los jueces; además han detenido a dirigentes opositores relevantes y visibles como el gobernador de Santa Cruz. Entre tanto, el régimen de la Argentina ha sabido blindar a los gobiernos mencionados. No hay que olvidar que apoyó a Evo Morales patrocinándole un exilio y lo mismo pasa con Andrés Manuel López Obrador en México, otro líder que responde a la misma tendencia. 

En Honduras hay una presidenta que admite públicamente ser admiradora de Hugo Chávez, de Fidel Castro y de Evo Morales. Chile tiene un gobierno de izquierda con participación del Partido Comunista, pero no ha llegado a los extremos de Perú con Pedro Castillo, que no solo tuvo un gobierno inepto, sino que nombró a personas con prontuarios penales, que pertenecieron al movimiento subversivo Sendero Luminoso y que cometieron innumerables actos de corrupción. Por eso está siendo procesado el expresidente Castillo. Y son esos grupos los que han impulsado actos de violencia, ocasionando unos 50 muertos en el país. 

Ese es el panorama regional, con una tendencia de izquierda desordenada que viola los derechos humanos, con mucha corrupción y con un pésimo manejo económico. Todo ello impulsado y promovido por el Foro de Sao Paulo. En Brasil ascendió Lula, quien responde a esa línea política y formó el Foro de Sao Paulo con Fidel Castro para darle cobertura a los movimientos de izquierda tras el derrumbe de la URSS y que eran subvencionados por esta. No obstante, Lula es un hombre más centrado, cuerdo, equilibrado, no es un personaje como Evo Morales o Gustavo Petro; este último, incluso, ha lanzado infundios en el caso peruano y ha agitado las protestas. “Entre otras barbaridades dijo que el expresidente Castillo estaba encarcelado sin defensa, lo cual es falso”, concluye Gonzáles Posada.

Caudillismo y mesianismo

En criterio del diplomático argentino Fernando Petrella “lo ocurrido en Brasil no supone un contagio regional (eso espero). Nada hace suponer que en otros países sucederá algo análogo”, en alusión a las protestas violentas de los seguidores del expresidente Bolsonaro y que tuvieron lugar el día de la posesión del presidente Lula. “Por otra parte, el tema parece superado, Lula recuperó el poder, aunque no la popularidad a la que aspira. El resultado electoral así lo atestigua. Lo de Bolivia parece grave: encarcelar a un líder opositor (el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Fernando Camacho) sin sólidas razones legales se parece más a los regímenes de Maduro y de Ortega o a Cuba, que a otra cosa. “En Perú creo que hay bases institucionales sólidas y una economía que funciona para que el sistema apaciente las cosas”, finaliza el diplomático argentino. 

Carel de Rooy, experto y gran conocedor del caso brasileño, puntualiza que “pese a las limitaciones de diferente índole que puede exhibir el expresidente Jair Messias Bolsonaro, quien estuvo fuera del ‘mainstream político’, emergió del estamento militar, también de un origen muy humilde y se convirtió en el presidente de la República Federativa de Brasil, gobernando desde 2019 hasta 2022-, mantuvo durante sus cuatro años un gobierno responsable. Su gestión se orientó a disminuir el tamaño del Estado y para ello nombró a un gabinete técnico y de tendencia liberal siguiendo la corriente de la Escuela de Economía de Chicago”. 

El experto de origen holandés explica que todo ello facilitó la rápida recuperación económica del país en el período de pospandemia y en un contexto interno y externo desfavorable tanto por la mayor sequía que ha tenido Brasil en décadas como por las consecuencias de la guerra en Ucrania. “No obstante, los indicadores económicos durante la gestión Bolsonaro evidenciaron una administración responsable y exitosa en términos de disminución del desempleo, de inflación controlada y de superávit del presupuesto frente al gasto público. Hubo complicaciones en el proceso electoral, primero, por el hecho de que una persona condenada en cuatro instancias fue absuelta y participó de las elecciones y, segundo, porque a partir de considerable evidencia, se produjo el cuestionamiento de la legitimidad del proceso electoral y la denuncia de una elección fraudulenta. Esa situación -añade- es un desastre para Brasil y excede la discusión izquierda o derecha. Ahora hay que ver el modelo de gestión por el que optó el presidente Lula quien ya aumentó los ministerios a 37 (14 ministerios más que los que tuvo Bolsonaro), haciendo una repartición burocrática clientelar (la mayoría de sus ministros tienen un pasado de corrupción, procesos abiertos o escándalos por corrupción). Considerando todos los antecedentes, a Lula no le será fácil gobernar por tercera vez y se prevé que la oposición a su gobierno será fuerte. Un tema preocupante tiene que ver con la ideologización de la Corte Constitucional, Supremo Tribunal Federal (STF), alineada a la izquierda del espectro político. Si Brasil no encamina su rumbo irá hacia una suerte de argentinización”, afirma el experto desde Lisboa. 

Horizonte en penumbra

La coyuntura regional es preocupante, advierte la polarización latente y el clima de descontento social ante el agravamiento de problemas irresueltos. Los líderes populistas siguen invocando la integración regional. No obstante, la ciudadanía en América Latina debiera replantear y echar abajo esa retórica tóxica y extemporánea e ideologizada de la integración, reclamar y exigir una integración sobre la base de la universalidad de los derechos humanos, las garantías para el ejercicio de todas las libertades, la existencia real de democracia representativa, de instituciones y de poderes independientes y un sistema efectivo de pesos y de contrapesos que contenga el exceso de caudillismo de los mesías latinoamericanos.

* Clara Riveros es politóloga, analista política y consultora. Su libro más reciente: Autocracia, democracia y constantes vitales en el reino magrebí.

 

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