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Unos 600 millones de años atrás lo que hoy es Salta formaba parte de un continente ya desaparecido. Estábamos en el borde occidental de la proto Gondwana y gran parte de nuestra geografía caía en un océano profundo.
Era un mundo atípico. Todavía la vida era muy rudimentaria y estaba conformada a lo sumo por unos gusanos primitivos que dejaban sus marcas en el barro que se acumulaba en el fondo oceánico. No había ningún tipo de vida en los continentes. Faltaban aún millones de años para que aparecieran los invertebrados, los vertebrados y las plantas. Los continentes se encontraban hacia oriente, hacia lo que hoy es Brasil. Esqueletos de rocas antiguas formaban los cratones continentales. Hacia occidente predominaban los océanos que se rellenaban con despojos de esas rocas erosionadas y transportadas por los viejos ríos. Los taludes acumulaban sedimentos que cada tanto tiempo se desplazaban hacia los fondos oceánicos en forma de corrientes de turbidez. Esas corrientes formaban depósitos llamados turbiditas. Las turbiditas se iban acumulando unas sobre otras a través de los millones de años.
Monotonía total en el registro sedimentario y en la vida primitiva.
El aprendizaje de los gusanos
Precisamente el material arcilloso fino, que se acumulaba lentamente, era propicio para que primitivos gusanos se desplazaran dejando sus marcas en forma de trazas fósiles que han trascendido como el único registro de su existencia. Muchos de esos gusanos primitivos comían el barro del fondo marino y excretaban sus desechos. Varias veces pasaban por el mismo lugar donde ya habían pasado antes. Aprendieron de eso y evolucionaron generando curvas y rulos que evitaban pasar por los mismos lugares. Este aprendizaje fue parte de la evolución de la vida. Empezaron a generar curvas que no llegaban a tocarse.
Uno de esos gusanos evolucionados recibió el nombre de Nereites saltensis, en homenaje a Salta. Un gran salto evolutivo se había originado. El Dr. Gilberto F. Aceñolaza fue el pionero en estudiar las viejas trazas fósiles y tuve la fortuna de que publicáramos juntos un trabajo internacional sobre este tema (véase Aceñolaza, F.G., y Alonso, R.N., 2001. Icno-asociaciones de la transición Precámbrico/Cámbrico en el noroeste de Argentina. Journal of Iberian Geology, 27:11-22. Madrid).
En las rocas primitivas de Salta identificamos trazas fósiles como Gordia, Helminthopsis, Planolites, Tasmanadia, Oldhamia, Didymaulichus, Dimorphichnus, Diplichnites, Neonereites, Phycodes, Scolicia, Protichnites, Protovirgularia, Torrowangea, Sekwia, Beltanelloides, Paliella, entre muchas otras.
Millones de años después aparecerían formas de vida distintas, con conchillas, como los braquiópodos y los trilobites, que cambiarían la historia del planeta.
El magma oceánico
En el viejo océano precámbrico mencionado, en algún momento comenzaron a surgir lavas submarinas. Coladas de lavas basálticas se derramaban en el fondo oceánico. Lavas que salían a alta temperatura y entraban en reacción con el agua de mar. El agua se calentaba y hervía alrededor del magma que iba surgiendo desde las profundidades. Las sales del agua marina atacaban a las lavas. A su vez estas explotaban por el cambio brusco de temperatura y formaban cenizas y brechas vítreas que reciben el nombre de hialoclastitas (en griego "vidrios rotos"). Además, en su lento desplazamiento y enfriamiento iban formando unas estructuras en almohadas, almohadillas y almohadones que se conocen internacionalmente como "pillow lavas". Estas lavas en almohadilla formaban superficialmente una costra de enfriamiento rápido, una corteza fina, quebradiza y vítrea alrededor de la lava. Muchas de esas costras vítreas adquirieron un color verde con tonalidades más claras hasta más oscuras, desde un color vidrio botella hasta colores verdes grisáceos e incluso morados. Los morados se acercan al color de las uvas y del vino tinto. Los verdes van desde tonos oscuros a verdes amarillentos. Los verdes amarillentos recuerdan al clásico licor francés Chartreuse y al crisoberilo. Todas las costras silíceas volcánicas submarinas tienen un lustre natural que se asemeja a la resina, a la cera o a la grasa, dando brillos resinosos a grasos. Como lo esencial es invisible a los ojos, estas rocas han pasado desapercibidas y algunas de ellas están colocadas como piedras bola y cantos rodados en el empedrado de las calles del pueblo de Santa Rosa de Tastil. Fueron descubiertas en los viajes de campo realizados por los alumnos de la cátedra de Teoría, Historia y Filosofía de la Geología de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa.
Estas particulares rocas volcánicas precámbricas y sus cortezas verdes aparecen especialmente en los rodados de los ríos Alfarcito y Tastil, a lo largo de la ruta nacional
51. Provienen de afloramientos de las montañas vecinas. La región es muy conocida no solamente por la vieja ciudad prehispánica que allí existe, sino por el batolito sobre la que se asienta.
Tastil
El Batolito de Tastil es una enorme masa granítica que aflora por más de 100 kilómetros cuadrados en esa región de la Cordillera Oriental. Es un antiquísimo cuerpo de magma, esto es una roca fundida a alta temperatura, que penetró la corteza entre los tiempos Precámbrico y Cámbrico, unos 500 a 550 millones de años atrás. Ingresó en las rocas sedimentarias marinas lajosas de la Formación Puncoviscana, las turbiditas antes mencionadas, y las afectó térmicamente. A ese fenómeno se lo llama metamorfismo de contacto y como ejemplo comparativo sería equivalente a poner un adobe en un horno y convertirlo en un ladrillo.
De igual manera las rocas frías se calentaron y transformaron en contacto con la masa ígnea dando lugar a unas rocas negras que se conocen como hornfels o cornubianitas. Son esas rocas negras y duras que tienen propiedades fonolíticas, o sea suenan con ruido metálico al golpearlas.
En el Museo de Santa Rosa de Tastil se pueden ver esas rocas negras ordenadas por tamaño y que emiten musicalidad al percutirlas rítmicamente. Dichas rocas negras, cortadas y pulidas, alcanzan un fuerte lustre y pueden considerarse como un símil comercial del granito negro. Otras rocas negras afines se muestran moteadas por la presencia del mineral cordierita, un silicato de aluminio y magnesio, acompañadas de mica negra o biotita. Aparecen bien representadas en inmediaciones de la estación Incahuasi del FFCC C-14.
Lo que nos importa destacar aquí es que las viejas coladas volcánicas submarinas intercaladas en la Formación Puncoviscana también fueron afectadas en mayor o menor medida por el metamorfismo del granito de Tastil. Estas rocas grises y moradas, con tonalidades azules y verdosas, son muy llamativas a la vista. Y lo que más destaca es cuando presentan costras verdes de enfriamiento del agua de mar por encima de las almohadillas a causa de la reacción de minerales. El tema requiere de un estudio específico. Sin embargo, estamos en condiciones de afirmar que las rocas de Tastil y Alfarcito se pueden considerar incluidas en el amplio mundo de las "piedras verdes", entre las cuales el jade tiene una predominancia histórica. Especialmente el jade imperial de oriente y el de los mayas, con los cuales se hicieron objetos ornamentales desde la antigüedad. Estaríamos en presencia de un símil jade o "jade salteño". Tal como ocurre con el jade de Catamarca que se encuentra cerca de las termas de Fiambalá, que fuera descubierto una década atrás y puesto en explotación en la Mina Uvita. Durante mucho tiempo se dio el nombre de jade a variedades verdes tanto de anfíboles (jade nefrítico o nefrita) como de piroxenos (jadeíta). La etimología en ambos casos proviene de riñón, ya que se atribuía a esta piedra la cura del mal de los cálculos renales.
El jade
En México los españoles confundieron el jade con esmeraldas de baja calidad. Precisamente las jadeítas de mayor valor son las que acercan su color al de las esmeraldas. Se ha encontrado jade en rodados de ríos de Alaska, Siberia, Nueva Zelanda, California, México, Japón, y otros muchos lugares. En el lejano oriente se conocen ornamentos de jade desde 4.000 años antes de Cristo.
Confucio dejó un escrito sobre el jade 2.500 años atrás que dice: "El jade es suave y liso como la Benevolencia/ Fuerte, compacto y bello como la Inteligencia/ De bordes afilados, sin ser cortantes, como la Justicia; /No esconde sus defectos, a pesar de su belleza, como la Sinceridad/ Y al ser percutido emite un sonido claro y persistente como la música celestial".
Los chinos enterraban pequeñas figuritas de jade en los cimientos de las casas para proveer a sus moradores de caridad, modestia, valor, justicia e inteligencia. En México se creía que quienes portaban un corazón de jade en el pecho tenían poderes sobrenaturales.
La novela de Salvador de Madariaga "Corazón de piedra verde" hace referencia al tema. En la actualidad los corazones verdes de jade y piedras verdes afines se usan como talismanes para atraer el amor. La rareza y belleza convierten al nuevo jade salteño en una interesante piedra semipreciosa con aspiraciones a gema. Su futuro corte y pulido pueden dar las pautas de su verdadero valor y calidad gemológica.