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Un espiral de violencia cotidiana

Viernes, 21 de noviembre de 2025 01:44
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Violencia. Una palabra fuerte, que no necesita aditamentos, pero que, al parecer, por el lugar que ocupan quienes la ejercen, la denominan: violencia institucional, violencia política, violencia social, violencia escolar, violencia laboral, violencia obstétrica, violencia familiar, violencia de género; hasta se llega al término femicidio, y con el avance de la tecnología se habla de violencia informática o violencia en las redes.

Esta palabra se define como "el uso intencional de la fuerza o poder ya sea en forma de amenaza de acción, contra sí mismo u otra persona, grupo o comunidad, que cause o tenga un alto grado de probabilidad de causar lesiones, muerte o daño. trastorno de desarrollo o privaciones".

La violencia es enemiga del consenso, de la solidaridad, de la paz. Es contraria al amor, al respeto, a la tolerancia, al diálogo y a la empatía.

Nada de esto es una novedad que les narro, solo que en la actualidad se ha incrementado esta violencia, Con guerras sin fin y amenazas de más guerras. Con funcionarios que ejercen violencia de todo tipo, verbal, física, psicológica, contra humanos más débiles, como discapacitados, jubilados, menores, pobres o indigentes.

La violencia patriarcal

Hace pocos días, la Escuela de la Magistratura de Salta organizó La Jornada Aniversario por los 15 años de trayectoria "Logros y desafíos judiciales en materia de violencia familiar y de género en la Provincia de Salta".

Fue una importante actividad en la que disertaron magistradas y funcionarias, en un salón lleno de juezas y funcionarias y empleadas del Poder Judicial. Estaban como invitados legisladores y miembros del Poder Ejecutivo. Disertantes, todas mujeres; asistentes, también todas mujeres. Y me hice la pregunta: la violencia ¿es sólo un tema que les atañe y que sea de interés exclusivo de las mujeres? La violencia es un problema social, no solo de mujeres. ¿Por qué entonces el desinterés tan marcado de los hombres por el fenómeno de la violencia? Y con mayor razón ¿Cómo pueden desentenderse de la violencia familiar y de género? ¿Alguien puede dudar de que este es un costado trágico de la vida cotidiana contemporánea?

Ciegos por voluntad

Porque no es solo la violencia machista: es la violencia generalizada que se ve hoy, asombrosamente, en las escuelas, en los hospitales, en los barrios. Eso es lo que nos muestran, día a día, hasta el agobio, los diarios, la radio, la televisión, las redes... "Cuando no se quiere ver, no hay más que cerrar los ojos..." , recita José Larralde.

Esta ceguera voluntaria es un tema que seguramente lo tienen más claro las sociólogas y las psicólogas. ¿Es la insatisfacción, la pobreza, la falta de trabajo? ¿Es el desencanto, es la droga, es la falta de contención en las escuelas y en los hogares? ¿Quién contiene a los integrantes de los hogares, a las madres, a los padres? ¿Quién contiene a los maestros, profesores, a los médicos?

Creo que desde las más altas autoridades debe generarse un clima de paz, de diálogo, de solidaridad, de empatía...

Con herramientas apropiadas, con diálogos productivos, en las escuelas, con profesores y alumnos, con los padres, con los médicos, en los hospitales, con los empleados en todas las oficinas públicas, en los tres poderes del Estado.

Los centros vecinales deberían ocuparse también de la violencia; su rol no es solo ocuparse de la plaza y la calle sino de la convivencia y la tranquilidad de los vecinos de la zona.

Frenar la violencia debería ser un objetivo para las comunidades religiosas, los clubes, de los sindicatos, de las asociaciones civiles, Buscar a personas que sepan sembrar paz, diálogo y solidaridad.

Hoy, los barrios de Salta reclaman actividades que saquen a los chicos de las calles, de las patotas y de la cercanía del delito. Los intendentes y los concejos deliberantes deben comprometerse y procurar talleres de oficios y, también generar talleres de diálogo y de consenso.

Adelantarse a la violencia

El Poder Judicial actúa siempre cuando el hecho violento ya ha ocurrido. Lo malo es que haya ocurrido. Es necesario, entonces, comprender que el Estado y las organizaciones sociales tienen como función adelantarse a estos hechos que son, muchas veces, previsibles. Y, en un sentido más amplio, asumir que la violencia de todo tipo aflige y destruye a la sociedad y debe asumirse como una cuestión de Estado.

Por eso es una señal de advertencia que en nuestra jornada solo hayan participado mujeres. La sociedad patriarcal sigue firme en este Siglo XXI. Centenares de mujeres mueren por año en la Argentina. Desde la dirigencia se habla mucho. Pero en el fondo nada cambia

Como advirtiera Simone de Beauvoir: "Todo lo que parece definitivo puede cambiar" A pesar de todos los logros aparentes, el machismo nos sigue matando.

La violencia es un concepto amplio y dramático. Es necesario abordarla con los métodos adecuados en cada una de sus manifestaciones. Y la forma de hacerlo es la construcción de la paz en el hogar, en la escuela, en los barrios. Y construir una cultura de la paz. Y la dirigencia política, funcionarios o no, tienen una gran responsabilidad en esta tarea. De lo contrario la violencia, que es un espiral, irá creciendo y nos alcanzará a todos. Y por eso, todos debemos involucrarnos en la construcción de la paz.

 

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