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Las sombrías ambiciones sobre Ucrania

Jueves, 20 de marzo de 2025 02:12
James K. Polk
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La trazabilidad caracterológica de una persona está conformada, la conforma el carácter, modo de ser y actuar, sus reacciones, pensamientos, sentimientos, comportamientos, reflexiones, motivaciones internas de sus actos, manera de emprender la vida, su personalidad y moralidad. El concepto de inconsciente colectivo puede contribuir a comprender los liderazgos políticos de esta, la época de la democracia de los públicos, tomando como ejemplo la actitud de un presidente actual de una nación.

Donald Trump es un político estadounidense de derecha, que en su desempeño como jefe de gobierno del país más desarrollado del orbe, entre los años 2017- 2021, logró la aceptación de una gran parte de la población, lo que lo convirtió en una pieza clave de la política nacional, permitiéndole construir un liderazgo carismático.

Pero todo ello, caracterizado por una "personalización" de la política, desplazando los procesos partidarios, precisamente por ese estilo de "personalización", con poca fidelidad hacia los principios partidarios. Proceso tal que ocasiona que las elecciones no sean la expresión de pertenencia a una clase social, como lo venían siendo, sino de la predilección por cierto candidato. Este es el contenido de la utilización actual del inconsciente colectivo, citado por primera vez por los filósofos alemanes de la época romántica.

Todo esto llevó a reflexionar sobre la democracia de los públicos, caracterizada entre otras cosas por el establecimiento de relaciones cercanas y personales entre líder y seguidores, la personalización de la política, y la importancia de lo simbólico.

Envalentonado

Cuando el británico Neville Chamberlain y el francés Edouard Daladier entregaron los Sudetes a Adolf Hitler en 1938. historiadores y expertos ya advirtieron contra los peligros de apaciguar a los dictadores aceptando algunas o todas de sus demandas. Eso no los apacigua, sino que los envalentona.

Esto parece reeditarlo Donald Trump en su coqueteo con Vladimir Putin en torno a la invasión rusa sobre Ucrania. Como lo subrayó John Connelly, Profesor de Historia de Europa Central, Universidad de California, Berkley. Así, Trump traicionó a su propio país sencillamente.

Así como otro mandatario norteamericano, James K. Polk en 1.849, expandió el territorio de su país duplicándolo en un solo mandato, ahora vemos la -al menos, enunciada- alocada ambición de Trump de tomar Canadá, Groenlandia, Gaza y el Canal de Panamá. Trump confesó en la Casa Blanca, su admiración por Polk, que anexara Oregón, Texas, California, y gran parte del SE de los EE. UU.

Los habitantes de esos territorios rechazaron las actuales pretensiones de Trump, que persiste en ello, como parte de su visión de un "New Golden Age", a partir del segundo término de su actual mandato.

El presidente Polk dejó su cargo en 1.849, habiendo incorporado al territorio de EE.UU. el borde noroccidental de Alaska, sobre el Pacífico, Texas- con guerra con México-, además de California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, y parte de Colorado, y Wyoming, por lo que pagara un total de US$ 15 millones por una de las más grandes usurpaciones en la historia mundial, según Hampton Sides, que dató acerca de ello.

Ambiciones

En términos de personalidad Polk y Trump tienen poco en común, según Sides, pues Polk no fue ni embustero, ni agresivo, ni burlador de las gentes, ni tramposo, sino por el contrario, sobrio, un tipo de caballero discreto, honesto, y muy predecible en sus actos. Trump inició su actual nuevo gobierno, invocando retórica similar, renombrando al Golfo de México como Golfo de América, dentro de sus ambiciones expansionistas grotescas.

A este respecto, en nuestro propio Subcontinente Sudamericano, ya tuvimos ejemplos anexionistas como el de Chile, que luego de la Guerra del Pacífico incorporara territorio boliviano y peruano a la delgada lonja propia de su país, de muy inferior extensión durante la época del coloniaje. De tal invasión y robo territorial el resto de América, nunca apoyó ni a Bolivia que perdió su acceso al Pacífico, ni al Perú. Contraste histórico notable con el de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, que democráticamente accedieran a la secesión de su Provincia de la Banda Oriental, constituida en Nación independiente como República Oriental del Uruguay.

Concluyendo, Occidente no comparte las ansias anexionistas del presidente Trump, continuando con su total apoyo a Ucrania para conservar la integridad de su territorio y la Península de Crimea, como derecho inalienable de su pueblo. Argentina debería sumarse a tan loable y justo apoyo, y bregar con los demás países hasta alcanzar el reintegro de lo invadido brutal y salvajemente por Rusia, y su impiadoso presidente Putin, íen sus ansias de restaurar el viejo imperio de la URSS!

 

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