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El plan “maestro” de un preso para escapar del penal de Devoto

Lunes, 09 de diciembre de 2013 13:04

Martín Ricardo Araya ingresó al penal de Devoto bajo el falso nombre de Fernando Ariel Moreno. Según le confesó a un antiguo compañero con quien se encontró dentro de la cárcel, había adoptado un nuevo apelativo, uno limpio, para ser considerado un reo sin antecedentes.
Araya admitió a su amigo que se había fugado del penal de Marcos Paz en abril; el 22 de noviembre había sido detenido tras participar de un robo a una casa en Mataderos. En esa ocasión, los policías frustraron su huida de la comisaría.

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Martín Ricardo Araya ingresó al penal de Devoto bajo el falso nombre de Fernando Ariel Moreno. Según le confesó a un antiguo compañero con quien se encontró dentro de la cárcel, había adoptado un nuevo apelativo, uno limpio, para ser considerado un reo sin antecedentes.
Araya admitió a su amigo que se había fugado del penal de Marcos Paz en abril; el 22 de noviembre había sido detenido tras participar de un robo a una casa en Mataderos. En esa ocasión, los policías frustraron su huida de la comisaría.

En el penal de Devoto, Araya tenía una única idea en mente: escapar de la cárcel nuevamente. Y para ello contaba con poco tiempo: tenía alrededor de dos semanas antes de que el Servicio Penitenciario se diera cuenta de su verdadera identidad. Una vez que quedara revelado que no era Fernando Ariel Moreno sino Martín Ricardo Araya, debería cumplir una pena de 20 años.

Así, el recluso puso manos a la obra y comenzó a urdir un meticuloso plan para huir del penal. Araya hablaba con sus compañeros que estaban fuera del penal por handy. Estaba tan compenetrado con su proyecto de escape que no quiso ni recibir visitas.

Entonces, trazaron los pasos a seguir: Araya recibiría una puñalada lo suficientemente profunda como para atravesar de lado a lado la piel y tener que ser trasladado al hospital, fuera del penal, pero sin que la herida le ocasionara un daño de mayor importancia y sin tocar órganos vitales.

La experiencia y contactos del reo en Devoto lo llevaron a contactarse con un antiguo preso del penal que sabía de facas y puñaladas. Antes de comenzar con el plan, Araya dio aviso a sus compañeros fuera del penal para que se prepararan.

Araya y sus cómplices calcularon minuciosamente los tiempos para la huida: estimaron que desde que el reo recibiera la puntada concertada hasta que fuera llevado hasta el centro de Devoto pasarían 10 minutos y otros cinco hasta que el médico del penal lo revisara. Contaron otros cinco minutos para la salida en ambulancia por la calle Pedro Lozano.

Con cada uno en sus posiciones, Araya recibió la puñalada pactada y fue trasladado, ensangrentado, en una manta hacia el centro del penal, llamado “La T”. Mientras, los demás reclusos gritaban pidiendo ayuda para el compañero. El médico del penal definió su traslado al hospital Vélez Sarsfield.

Los tiempos iban acorde a lo calculado por Araya y sus compañeros, que esperaban apostados en una moto y un auto a pocos metros de la puerta del hospital para liberar al reo. La ambulancia se dirigió hacia el centro de salud, con el reo escoltado por dos guardias.

Una vez que llegó Araya, sus cómplices, armados, amenazaron a los guardias y al chofer que lo trasladaban. Se llevaron con ellos a Araya en la moto, mientras que el resto desapareció en el auto.
Araya estuvo tan solo 11 días preso en Devoto y sigue prófugo. En tanto, los reclusos de Devoto que ayudaron a su huida se ufanaron del escape y uno de ellos destacó que ya no quedan muchos compañeros como ellos, “dispuestos a rescatar a un amigo”.
 

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