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Un genio solidario fabricó en Salta una cámara hiperbárica

La construcción llevó más de tres años en la planta metalúrgica Santa Anita. Su diseñador, Jorge Heit, quiere donarla a un hospital público. 
Jueves, 27 de septiembre de 2018 03:04

El 25 de junio de 2014, Sergio Agüero salió lesionado en el partido que la Selección argentina de fútbol disputó con Nigeria por el Mundial de Brasil. Horas después, tras confirmarse un desgarro en su pierna izquierda, el Kun fue descartado para lo que restaba de la copa del mundo: la cicatrización de los tejidos musculares rotos requería de al menos 21 días y solo quedaban 17 de competencia. Ocho días después de la lesión, sin embargo, el goleador volvió a entrenar a la par de sus compañeros y la prensa mundial destacó que la clave de la milagrosa recuperación había sido una cámara hiperbárica que la AFA hizo trasladar a Porto Alegre. 
“Qué bueno sería tener una hiperbárica en Salta. Ayudaría a curar a mucha gente e incluso a salvar vidas. Lástima que sean tan inaccesibles”, le dijo Cristian Fernández al ingeniero Jorge Heit, aquel 4 de julio de 2014. Cristian, destacado rugbista salteño de 34 años, ya había conocido los asombrosos beneficios de las terapias de oxígeno en Nueva Zelanda, donde jugó en el equipo de Northland entre 2009 y 2010. En ese país, figuras del deporte de la ovalada utilizan las cámaras hiperbáricas en forma casi cotidiana, como lo hacen también Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y otras estrellas.
Tras escuchar a su joven colaborador hace cuatro años, Heit se tomó una tarde para interiorizarse sobre las aplicaciones médicas y al día siguiente ambos empezaron a concebir, con determinación y recursos propios, una cámara hiperbárica para donarla a algún hospital público.
Hoy, después de muchos esfuerzos y gastos, la cámara que podría evitar la amputación del pie de un diabético o salvar la vida de un niño intoxicado con monóxido de carbono está lista y con las pruebas de hermeticidad completadas. Solo resta esperar que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) sea diligente con las evaluaciones y procedimientos de inscripción y registro. 

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El 25 de junio de 2014, Sergio Agüero salió lesionado en el partido que la Selección argentina de fútbol disputó con Nigeria por el Mundial de Brasil. Horas después, tras confirmarse un desgarro en su pierna izquierda, el Kun fue descartado para lo que restaba de la copa del mundo: la cicatrización de los tejidos musculares rotos requería de al menos 21 días y solo quedaban 17 de competencia. Ocho días después de la lesión, sin embargo, el goleador volvió a entrenar a la par de sus compañeros y la prensa mundial destacó que la clave de la milagrosa recuperación había sido una cámara hiperbárica que la AFA hizo trasladar a Porto Alegre. 
“Qué bueno sería tener una hiperbárica en Salta. Ayudaría a curar a mucha gente e incluso a salvar vidas. Lástima que sean tan inaccesibles”, le dijo Cristian Fernández al ingeniero Jorge Heit, aquel 4 de julio de 2014. Cristian, destacado rugbista salteño de 34 años, ya había conocido los asombrosos beneficios de las terapias de oxígeno en Nueva Zelanda, donde jugó en el equipo de Northland entre 2009 y 2010. En ese país, figuras del deporte de la ovalada utilizan las cámaras hiperbáricas en forma casi cotidiana, como lo hacen también Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y otras estrellas.
Tras escuchar a su joven colaborador hace cuatro años, Heit se tomó una tarde para interiorizarse sobre las aplicaciones médicas y al día siguiente ambos empezaron a concebir, con determinación y recursos propios, una cámara hiperbárica para donarla a algún hospital público.
Hoy, después de muchos esfuerzos y gastos, la cámara que podría evitar la amputación del pie de un diabético o salvar la vida de un niño intoxicado con monóxido de carbono está lista y con las pruebas de hermeticidad completadas. Solo resta esperar que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) sea diligente con las evaluaciones y procedimientos de inscripción y registro. 


La suerte del prototipo que se fabricó íntegramente en Salta, con componentes argentinos, quedará ahora en manos de la burocracia estatal.
La Anmat podría tardar semanas, meses o años en abrir y resolver los trámites legales, pero Heit y los 16 operarios calificados que lo acompañan en el taller de la avenida Delgadillo 811 navegaron por tormentas económicas durante 50 años sin permitirse caer en desánimos. 
Santa Anita es una de las pocas plantas metalúrgicas que quedan en pie en la provincia y la única que sigue fabricando microturbinas eléctricas en el país. 
Heit es considerado un prócer en Los Naranjos, donde 113 familias de una de las comunidades kollas que habitan desde tiempos inmemoriales en las selvas oranenses del Alto Bermejo, cuentan con electricidad en sus casas, el destacamento policial, el puesto de salud y la escuela albergue gracias a una pequeña turbina hidráulica que fabricó en su taller y les instaló en agosto de 2007. 
Por el microgenerador, que se alimenta con las aguas de una acequia y lleva once años sin un solo fallo ni avería, el pueblo también cuenta con alumbrado público sin costos ni impactos en el ambiente.
El inquieto inventor, que ahora intenta poner a Salta en la vanguardia de la medicina hiperbárica, es un entrerriano de 78 años que llegó a la provincia hace más de medio siglo. 
Muchos egresados de la ex Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 2 Alberto Einstein lo recuerdan por sus 38 años de desempeño en la docencia desde 1967. Como metalúrgico, aportó durante otros 58 años al sistema previsional argentino, primero como empleado y después como dueño de la planta con la que exportó equipos de generación eléctrica y de fabricación de productos plásticos a diferentes países.
Por los 96 años que sumó en aportes previsionales, Heit solo cuenta con una jubilación mínima. Cristian, el joven que lo acompaña desde 2011 en sus comprometidos desarrollos tecnológicos, insiste en que el Estado ha sido siempre injusto con su genial maestro y amigo. 
Heit solo tiene una queja. “La cámara hiperbárica está funcionado, pero todavía no cura a nadie”, se lamenta. “Yo trato de que las cosas que hago sean útiles. Nunca hice plata, pero tengo la alegría de hacer lo que me gusta, y siento que no he desperdiciado mi vida”, remarca.

El equipo

En el diseño y desarrollo de la cámara hiperbárica, Heit y Cristian contaron con la cooperación profesional de tres ingenieros biomédicos, el salteño Daniel Estrada y los tucumanos Eduardo Guillén y Silvia Carrizo. 
El equipo es un compartimiento cilíndrico, fabricado con chapas de acero de gran espesor, tapa toriesférica y escotillas de acrílico de alta densidad. En su interior tiene espacios para una camilla y cuenta con válvulas, sensores y otros dispositivos de seguridad y control. 
La cámara fue diseñada para soportar presiones de hasta 12 atmósferas absolutas (ATA), con un amplio margen por encima de las 2 a 3 atmósferas con que suelen realizarse las diferentes terapias de medicina hiperbárica. Las pruebas hermeticidad se hicieron a presiones equivalentes a 6 atmósferas.

Beneficios de la terapia con oxígeno

La terapia de oxígeno hiperbárico consiste en respirar oxígeno en una cámara en la que la presión atmosférica se eleva hasta tres veces más que la normal. 
En estas condiciones, los pulmones reciben hasta tres veces más de oxígeno de lo que sería posible respirar bajo la presión normal del aire. Los tejidos del cuerpo necesitan un suministro adecuado de oxígeno para funcionar. 

Cuando el tejido se lesiona, puede requerir más oxígeno para sanar. La terapia hiperbárica aumenta la cantidad de oxígeno disuelto en la sangre y mejora su suministro para la función de los tejidos vitales. También ayuda a combatir infecciones y reduce sensiblemente los tiempos de las cicatrizaciones.

Urtubey visitó a los emprendedores

El gobernador Juan Manuel Urtubey visitó ayer el taller donde emprendedores salteños construyeron la primera cámara hiperbárica desarrollada en Argentina. 
De la visita participó el ministro de Salud, Roque Mascarello. Ambos dialogaron con los responsables del proyecto, el ingeniero Jorge Heit y Cristian Fernández, jugador de rugby, para interiorizarse de sus propiedades y funcionamiento.
Cristian Fernández se refirió a la importancia del uso de este dispositivo para la salud. Comentó que en la realización de este proyecto, que inició hace tres años, también participaron tres ingenieros biomédicos. Destacó que “es la primera cámara hiperbárica que se fabrica en la Argentina, cuyo uso, luego de que sea habilitada, estará destinado a un hospital público de Salta”. 
Sobre su funcionamiento dijo que básicamente lo que hace esta cámara es “acelerar la cicatrización de las lesiones en las personas. Esto es muy importante para el ámbito de la salud y por eso estamos buscando acelerar su uso médico y también deportológico, luego de lograr su correspondiente habilitación”.
 

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