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Otra Navidad sin pan para Ricardo Soria

Clama desde 2020 ante la Anses en espera de sus IFE. Su historia refleja el abandono del Estado y la indolencia de sus funcionarios.
Viernes, 24 de diciembre de 2021 00:20
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Esta Nochebuena será tan triste como la del año anterior para Ricardo Soria y tantos otros que son abandonados por un Estado que, en su Constitución, se compromete a velar por sus derechos.

Esta es la vivencia de un hombre desocupado y sin contención. Tiene 58 años y una salud endeble. Sufre una miopía severa y progresiva, cifosis lumbar y cuadros depresivos recurrentes. Su historia es el resultado de una vida llena de frustraciones, en las que ni siquiera el Estado asume la obligación de brindarle una mínima contención.

Allá por 1996 quedó excedente del Estado provincial, con una antigüedad de 13 años en el Cupis.

Ricardo cuenta que “desde ese día empezó mi desgracia, sumado a ello el fallecimiento de mis padres, de mi hermana Adriana y hace un año exactamente mi hermano Mario”.

“Llegué a conocer el hambre, el desamparo, el frío, la soledad. Muchas noches dormí sentado en la silla de un bar hasta que un día, hace más de 10 años ya, un hombre me reconoció y me tendió su mano. Con él transito mis días y estoy agradecido”, dijo en referencia a Daniel Ceballos.

Por este tiempo, las calles de Cerrillos, pueblo donde vive, lo ven transitar con paso cansino, desganado, como vencido. Ha recurrido a distintas instituciones buscando una ayuda pero hasta ahora todas las puertas se le cerraron. Pide trabajo, sabe manejar, pero por la edad y su estado de salud nada consigue: tramitó una pensión por discapacidad pero la evaluación médica no le otorgó el porcentaje que requiere la ley. ¿Qué puede hacer? ¿Cuál es el camino?

Seguramente muchos pensarán que es un caso más, porque desconocen la infamia a la cual fue sometido. Cuando comenzó la pandemia del coronavirus, el Gobierno nacional puso en marcha el IFE. El 4 de marzo de 2020, ilusionado, Ricardo se anotó en la página Mi Argentina Anses, como indicaba la norma. Trece días después grande fue su alegría al ver que estaba aprobado.

Y llegó el primer pago para los beneficiarios, menos para él. Fue a la Anses, que dirigía entonces Marcos Vera y no lo atendió nadie.

Fue una y otra vez, hasta que al cabo de varios días alguien le dijo que ya iba a salir su ingreso familiar de emergencia, porque “se estaban ajustando detalles”.

Pasaron los días y nada. Llegó el pago del segundo IFE y le aseguraron que cobraría los dos seguidos, que tuviera paciencia.

A los pobres siempre se les pide paciencia, aunque el hambre y la necesidad no saben esperar.

Siguió yendo una y otra a la Anses, para volver a Cerrillos siempre con la misma respuesta, obligado cada vez a sacar un turno por internet para escuchar promesas vacías.

El 22 de marzo de 2021, cansado de tanto desprecio, decidió presentar una nota dirigida al titular de Anses.

Tras recibirla, Juan Ocampo la entregó a su jefe, Marcos Vera, quien decidió atender a Ricardo “personalmente”. Lo hizo pasar solo para reclamarle por el contenido de la nota, al que consideró una “falta de respeto”. El funcionario que después terminó apartado de la Anses le dijo que no hacía falta un escrito, porque él lo iba a ayudar.

¿Pensó tal vez que estaba ante un mendigo y no frente a un ciudadano que reclamaba por un derecho?

Por esos días una ciudadana había hecho público el destrato que recibió de Vera, quien, mientras personas como Ricardo Soria esperan y suplican por una solución, cobra un sueldo como asesor del PAMI.

Cuando se dispuso el cese del autoproclamado “solado de Cristina”, a quien el fiscal federal Ricardo Toranzos imputó por presunta concusión y malversación de fondos públicos, muchos pensaron que las cosas cambiarían para bien, pero esta suerte tampoco le tocó a Ricardo. Fue otra vez a la Anses y allí Ana María Ibarguren (quien venía de la gestión encabezada por Vera) muy cordialmente le pidió que tuviera paciencia, que lo suyo iba a salir, que al fijarse en el sistema se dio cuenta de que el dinero de los IFE que le correspondían habían sido depositados en una cuenta de la sucursal de

Bahía Blanca del Banco de la Provincia de Buenos Aires. La funcionaria le aseguró que en forma inmediata mandarían un correo a la Anses Central para que haga el reclamo. Ante esa respuesta renació la esperanza. Ricardo comenzó nuevamente a peregrinar y luego de casi un mes le informaron que Ibarguren había sido trasladada a otro lugar y que en su reemplazo fue nombrada Liliana Visa. La nueva funcionaria también lo recibió y le aseguró que en breve su tema estaría resuelto.

El 28 de mayo último, sin respuestas, Ricardo reiteró su nota del 22 de marzo, pero no se la recibieron. El pasado 3 de diciembre intentó sin éxito hablar con Visa. En la Anses le dieron un teléfono (el 4223389) pero nadie lo atendió. 

En la piel del que sufre

En en amanecer de la Nochebuena, la historia de Ricardo Soria invita a la sociedad toda, y en particular a funcionarios, a ponerse en la piel de otras personas a las que les falta hasta el pan. Por ellas, y por tantos niños y niñas que esta noche soñarán con las pancitas vacías, la indiferencia y la indolencia deberían ser desterradas de las instituciones del Estado. ¿Cuál, si no, es la enseñanza del Niño que alumbran las navidades?

A Ricardo Soria, la Anses no solo lo privó injustamente de las IFE que tenía aprobadas, sino que ningún funcionario, ante su angustia e indefensión, atinó siquiera a procurarle alguna contención social y profesional. 

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