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Creencias vs. autopercepción

Sabado, 26 de noviembre de 2022 02:49

En artículos publicados recientemente en el ámbito local se lee la decisión de crear un ministerio del exorcismo en Salta, debido a la constante demanda que tienen de atender estos casos. Habiéndose hecho pública esta noticia, algunos sectores del ámbito de la llamada salud mental salen al cruce pidiendo prudencia por los episodios psicóticos que puedan estar encubiertos en esas posesiones demoníacas.

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En artículos publicados recientemente en el ámbito local se lee la decisión de crear un ministerio del exorcismo en Salta, debido a la constante demanda que tienen de atender estos casos. Habiéndose hecho pública esta noticia, algunos sectores del ámbito de la llamada salud mental salen al cruce pidiendo prudencia por los episodios psicóticos que puedan estar encubiertos en esas posesiones demoníacas.

Por otro lado, podemos observar que la civilización contemporánea es profundamente incrédula. Si bien hay quienes aún creen en el progreso de la ciencia o en el funcionamiento metafísico del mundo, el saber, en términos generales, está devaluado. No hay alguno que esté a la altura de la época, es una app más del celular, al alcance del clic, que se obtiene con facilidad y rapidez y se valora poco. Por otro lado, el estallido de las epidemias puso en jaque el saber científico, una vez más. El sujeto contemporáneo cree poco en el saber, se obtenga este de donde se obtenga: de las tradiciones familiares, de la psiquiatría, la psicología, el chamanismo, la medicina, los sacerdotes, los pastores o Google (las fake news y las estafas por internet horadan también su confiabilidad). ¿Qué lugar tendrían entonces las creencias en un mundo, podríamos decir, tan incrédulo, y a la vez tan aferrado a certezas, como el fanatismo político, el extremismo religioso, o la extrema confianza en un ego autopercibido?

El lugar del saber

¿Qué hay hoy en el lugar donde estaban las creencias, el saber?

Nos recuerda la psicoanalista argentina Silvia Ons: "Tanto Freud como Lacan nos indican que el paranoico no cree en algo diferente a su yo, ya que -en términos lacanianos- para que exista creencia es preciso que también exista división subjetiva, es decir, que el yo admita un orden que lo traspasa.

 

Entonces, podemos pensar que la incredulidad contemporánea es paralela a la égida del yo como punto de referencia de los acontecimientos. No hay creencia, sino certeza relativa a la malignidad de los otros (…). Así, la incredulidad posmoderna puede darse la mano con el fundamentalismo más extremo (3). Tenemos en esta cita algunos hilos para pensar nuestra época. La paranoia en el cenit social, el ascenso de los egos, el lugar de la certeza sobre el yo, donde antes funcionaban las creencias para procurarse una vida. Un yo que, con la ayuda de las redes sociales, la exaltación del cuerpo y los estilos de vida, genera la potencia para un campo donde la autopercepción se impone, sin la posibilidad de cuestionamiento alguno, ya que va de la mano de ficciones jurídicas que aseguran un "todos somos sujetos de derechos", que da lugar a que cada uno genere su propia ley, sea dueño de su vida, no dando lugar a un otro que venga a decirle cómo actuar o de qué gozar en la vida.

El psicoanálisis ha demostrado que este otro nunca funcionó como una garantía absoluta de los sujetos, de tal modo que no se trata de su reivindicación, sino de interpretar este pasaje que se constata al dejarlo absolutamente de lado, con las consecuencias que esto tiene en el lazo del sujeto con los otros.

Entonces, frente a la increencia y la devaluación del saber, surge el acenso de los egos y las luchas identitarias para sostenerse en un mundo con un simbólico empobrecido. Con este panorama, no hay demasiado lugar para las creencias: eso fracasa. Marie Héléne Brousse, psicoanalista francesa, lo decía de este modo: "Los diagnósticos, que son clasificaciones realizadas en base a criterios clínicos, quedan obsoletos. Adiós 'neurosis, psicosis y perversión'. A cada ego su autodiagnóstico"(4). Esto implica entrar al debate por la despatologización tan pretendida. Cuando nos preguntamos por los diagnósticos, entonces, solo estamos desplazando el acento de la creencia en la religión al de la creencia en la ciencia.

Una paradoja de la época es que frente a la masificación que implica el "todos iguales como sujetos de derechos", se pretenden explotar, al mismo tiempo, las diferencias individuales. Cada uno puede elegir cómo gozar, pero paradójicamente se producen en serie objetos del mercado que segmentizan a los sujetos según su "libre elección", a cada estilo de vida elegido un producto del mercado. Sobre estos productos conviene detenerse, porque ya no se trata únicamente de los objetos tecnológicos que son tangibles, sino que se venden "experiencias" a consumir: alguna comida al aire libre, escuchar música en determinado lugar, alojarse en un hotel, viajar, emprender, etc. Todo entra en la gran "feria shoppinezca de los life styles". Masivamente entonces Ud. puede elegir un producto o experiencia que lo diferencie del vecino, es su derecho.

¿Cómo orientarse?. Parto de lo que plantea Christiane Alberti, actual presidenta de la Asociación Mundial del Psicoanálisis (A.M.P.): "Por fortuna para el psicoanálisis, que los partidarios de todos los rechazos o desmentidos de lo inconsciente lo sepan o no, solo por hablar se experimenta un límite: el de poder decir la verdad sobre la verdad" (5). Un psicoanálisis precisamente se inscribe en el lugar donde fallan el saber, las creencias y donde encontramos el límite de la verdad misma, precisamente por la  no posibilidad de esa garantía del otro. No hay autopercepción que obture esa falla. La vigencia del psicoanálisis se mantiene más viva que nunca, como una praxis capaz de alojar a estos sujetos que caen de los dos lados: los crédulos e incrédulos en una dialéctica que pasa por el otro garantizando el lugar del inconsciente, pero también de los que se presentan como fuera de toda creencia, como albergando una certeza autodeterminada, ya que aún así consultan, tal vez buscando que en la presencia del analista se encarne esa hiancia (el vacío que el deseo encuentra en los límites que le impone el principio de placer") necesaria que ponga algún límite al goce del ego ilimitado.

(1) Practicante de psicoanálisis. Lic. en Psicología, esp. en Ps. Clínica, docente del CID Salta, Instituto Oscar Masotta IOM2 y de la Ucasal.

(2) Entre otros ver "Polémica por los exorcismos". Recuperado de: https://www.eltribuno.com/salta/nota/2022-11-7-0-0-0-aseguran-que-por-ano-la-iglesia-hace-hasta-cuatro-exorcismos

(3) Ons, Silvia "Creencia e identificación". 2018. Recuperado de http://www.xxviijornadasanuales.com/template.php?file=actividades-preparatorias/creencia-e-identificacion.html

(4) Brousse, Marie Héléne "Crónica del malestar: la época del ascenso de los egos". En revista deCid N°5.Recuperado de: http://www.cidsalta.com.ar/2022/11/13/revista-decid-n-5-todos-radicalmente-solos-noviembre-2022/

(5) Alberti, Christiane "Libertad de expresión, ¿es la verdad amable?". En revista de Cid N°5. Recuperado de: http://www.cidsalta.com.ar/2022/11/13/revista-decid-n-5-todos-radicalmente-solos-noviembre-2022/.

 

 

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