inicia sesión o regístrate.
La cultura milenaria de Japón está lleno de atractivos como sus sitios históricos, sus costumbres y sus comidas. Cerca de 80.000 turistas de todo el mundo arriban por día al país del sol naciente para atestiguar en carne propia todo eso y en estas semanas también para ver algunos de los partidos del Mundial de rugby.
Mientras las veinte selecciones que forman la Copa del Mundo juegan en algunos de los doce estadios elegidos como sedes, hay un país por recorrer, lugares por conocer, pero siempre atentos a que la economía individual aguante. Tokio, la capital de Japón, no es una ciudad barata, los costos son elevados y requiere una minuciosa planificación para no pasar sobresaltos.
Por día se gastan alrededor de 50 dólares, aproximadamente unos $ 3.000 pesos. Un almuerzo o cena simple pero suculenta ronda los 8 dólares y se deben sumar otros 2 dólares, dependiendo de la marca, para la bebida (gaseosa o cerveza).
El gasto sube a la hora de movilizarse. El tren es de alta eficiencia, puntual, rápido, pero muy caro. En tanto, la red de subte de Tokio tiene trece líneas y transporta cerca de diez millones de personas todos los días. El valor de cada boleto depende del recorrido, 1,5 dólares hasta 6 kilómetros; 2 dólares de 7 a 11 km; y 2,5 dólares de 12 a 19 km.
Si las distancias a cubrir son mayores se puede obtener un boleto general que cuesta 7 dólares. Viajar en colectivo es mucho más barato que las dos opciones anteriores, pero es muchísimo más lento. Para completar el gasto diario se deben suman entre 25 y 30 dólares por una noche de hotel.
Quien llegó a Japón para vivir el Mundial de rugby intentará llevarse algún producto oficial, pero los costos lo obligarán a pensar dos veces. Para llevarse una gorra hay que abonar 20 dólares, unos $ 1.180 pesos argentinos, mientras que el costo de la remera es de 60 dólares ($3.540).
Entre la guerra y la paz
A 330 kilómetros de Osaka, sede del partido entre Los Pumas y Tonga, se encuentra la histórica ciudad de Hiroshima, blanco de la bomba atómica que explotó el 6 de agosto de 1945, que marcó el principio de la rendición japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Más de 160.000 japoneses murieron por la explosión y sus efectos colaterales.
La Cúpula Genbaku fue el edificio más próximo a la explosión que resistió el impacto. Lo que quedó de la estructura se preservó y allí se estableció el Monumento de la Paz de Hiroshima en memoria de las víctimas de 1945.
Quienes recorren el monumento lo hacen con total reverencia, respetando el espíritu por el que fue creado. Allí también asisten alumnos de diferentes colegios de Hiroshima para honrar aquellos niños y niñas que no tuvieron la oportunidad de escapar del salvajismo de la guerra. Allí, muchos dejan el rugby de lado por un momento para rendir homenaje a los caídos.
Perderse es moneda corriente
Una de las particularidades de Tokio y de otras ciudades, como Osaka, es que solo las calles principales tienen nombres. El sistema de identificación de calles no corresponde al occidental, donde todas las arterías, aun la más pequeña, tiene una denominación.
Perderse es usual para quien llega a Tokio por primera vez. Además de no contar con todas las calles señalizada tampoco hay una numeración par o impar a ambos lados de la calle. La clave son las manzanas, que están enumeradas.
El idioma también es una barrera que puede llevar a un turista a extraviarse. Muy pocas personas hablan inglés con fluidez y ante cualquier consulta es mejor dirigirse a un policía. La amabilidad es una de sus principales características.