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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Los 50 de Lizy Tagliani

La capocómica cumple años y cuenta detalles de su vida.
Sabado, 12 de septiembre de 2020 10:30
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Vital, alegre, humilde, graciosa en sus salidas y sabia en sus respuestas, Lizy no solo “rema” todo tipo de notas sino que transmite una alegría que contagia. Hoy cumple 50 años. Será un día atípico marcado por la pandemia y la desgarradora partida de la Flopy, su amiga entrañable, pero también por un presente pleno en lo laboral, enamorada, rodeada del amor de sus amigos y del reconocimiento de la gente que la sigue y quiere.
No se “duerme en los laurales”. Luego de participar en Bailando por un sueño, ser humorista en el programa de Susana Giménez, formar parte de Sin Codificar, estar en El club del Moro (Radio Pop), y llevar adelante El Precio Justo por Telefe, decidió inscribirse en la Universidad de Lomas de Zamora para estudiar Abogacía. “Estoy todo el día estudiando. Me cuesta un poco hacerlo en modo virtual, pero estoy poniéndole mucha garra”.

Sin balances

A diferencia de otras personas, al cambiar de década no realiza balances. “No me gusta ponerle puntajes a los días ni a las horas. Me gusta vivir y punto” afirma y agrega “no siento nada con cumplir 50. Supongo que lo mismo que cuando cumplí 40; 30 o 10 y que será lo mismo que cuando cumpla 70; 90 o 100. No tengo la capacidad de sentir algo en particular en un día en especial. Siento cuando siento no importa la fecha”.

Su infancia

Lizy nació en Resistencia, (Chaco), pero a los 20 días ya vivía en Adrogué. Pasó una infancia con enormes carencias en lo material, ella misma cuenta que conoció la ducha a los siete años en una de las casas donde su mamá trabajaba. En la casa faltaba plata pero sobraba amor. Su madre era una persona sin conocimientos académicos pero con una profunda sabiduría. “Me acuerdo que comíamos pan duro al horno con un poco de aceite y ajo y esa era nuestra cena. Pero ella nunca me dijo: “No tenemos para comer”. Ella llamaba “a cenar” y servía eso. Así que yo nunca me planee: “No tenemos esto porque somos pobres”. Lizy dormía en una piecita con techo de cartón, “Con la cucha de mis perros y todas las carencias, era mi hogar. Mi mamá cocinaba en un calentador número cinco que tenía que sacar afuera por el olor a kerosene. ¡Y yo era feliz!”. Fue esa madre la que cuando la veía angustiada le recordaba: “Cuando te parí estaba sola. Naciste sola. Así que todo lo que quieras hacer, lo vas a poder hacer sola. No necesitás de nadie. Cuando alguien no me aceptaba, mi vieja me decía que nadie me tenía por qué aceptar. De última, si alguien no me aceptaba a mí yo no aceptaba a esa persona y listo”.
 

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