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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Francisco impulsa las "Naciones Unidas de las Religiones"

Miércoles, 14 de diciembre de 2022 02:23
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A poco de cumplir la primera década de su pontificado, Francisco irrumpe como el artífice de la construcción de una "Internacional de la Fe". El reciente encuentro celebrado en Bahrein entre el Papa, Mohamed Ahmed al Tayyeb, rector de la Universidad Al-Azhar, con sede en El Cairo, el centro de estudios más prestigioso de los musulmanes sunitas, que es el culto mayoritario en la comunidad islámica global, y con Bartolomé I, el Patriarca de Ecuménico de Constantinopla, cabeza de la Iglesia Ortodoxa, fue otro hito en ese camino. Francisco cerró el "Foro de Bahrein para el Diálogo: Oriente y Occidente por la Convivencia Humana", promovido por el rey Hamad bin Isa Al Khalifa, monarca del pequeño país petrolero de mayoría musulmana con una minoría católica ampliamente respetada.

Paralelamente, Francisco recibió en Roma a una delegación del Comité Ejecutivo del Congreso Judío Mundial, a quienes felicitó por el lanzamiento de la iniciativa "Kishereinu" (en hebreo "Nuestro vínculo"), destinada a reforzar los lazos judeo - católicos en todo el mundo". Noemí di Segni, presidenta de la Unión de Comunidades Judías Italianas, señaló que "para nuestra historia de 2.000 años -en Roma y en todas las localidades de la comunidad judía italiana- los majestuosos muros de esta Ciudad del Vaticano siempre han tenido el significado de un límite infranqueable. Estamos aquí para afirmar que el vínculo es un vínculo de vida, de comunidades vivas con miles de años que deben de servir de experiencia a nuestras jóvenes generaciones".

Pero en el cónclave ecuménico de Bahrein, Al Tayyeb protagonizó un acontecimiento histórico para el mundo islámico cuando convocó: "A mis hermanos, los juristas musulmanes de todo el mundo, independientemente de sectas y escuelas, a mantener un diálogo serio, un diálogo a favor de la unidad, del acercamiento. Un diálogo para la fraternidad religiosa y humana, en el que rechacemos las causas de división, sedición y conflicto sectario y nos centremos en los puntos de acuerdo y de encuentro. Extiendo esta invitación a todo el mundo y en particular a nuestros camaradas musulmanes chiíes. Sentémonos juntos en la misma mesa para superar las diferencias y fortalecer la cuestión islámica y la unidad de las posiciones realistas, que cumplen los propósitos del Islam y su ley, y prohibir a los musulmanes que escuchen los llamamientos a la división y a la discordia y evitar caer en las trampas que causan la inestabilidad de las naciones, el uso de la religión para lograr un fin étnico o sectario y de interferir en los asuntos internos para debilitar la soberanía de los estados o usurpar sus tierras".

Inmediatamente, Francisco salió a respaldarlo: "Usted ha sido muy valiente hoy al hablar del diálogo entre musulmanes". El Papa y el Gran Imán mantienen un fuerte vínculo anudado en los ahora seis encuentros que mantuvieron desde 2016. En febrero de 2019, en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, ambos suscribieron el "Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común". En aquel periplo por el mundo árabe, el Papa visitó también Bagdad y protagonizó un inédito encuentro con el Ayatollah Al-Sistani, la personalidad religiosa más relevante de la comunidad chiita, minoritaria en el mundo islámico pero mayoritaria en Irak, significativa en El Líbano y hegemónica en Irán.

Aquel documento conjunto de Abu Dhabi en 2019, ratificado en Bahrein, subrayaba que "entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos". El término "fraternidad" tiene para el Papa un hondo significado y fue explicitado en su encíclica "Fratelli Tutti". Según esa mirada, la mítica trilogía de "Libertad, Igualdad, Fraternidad", que alumbró la Revolución Francesa y el nacimiento del mundo moderno, derivó en el siglo XX en un antagonismo irreductible entre una idea de libertad a secas, expresada en el liberalismo, y un principio de igualdad a ultranza, encarnado por el comunismo, a expensas de la noción de fraternidad, que podía funcionar como factor de equilibrio entre ambos opuestos.

En la visión de Francisco, las religiones tienen que erigirse en las principales portadoras del ideario de la fraternidad. Nunca en los últimos siglos la problemática religiosa estuvo más íntimamente asociada a los conflictos de la época. Desde la amenaza del terrorismo islámico hasta el resurgimiento del cristianismo ortodoxo en Rusia, con sus derivaciones en la guerra de Ucrania, y la irrupción de las corrientes evangélicas en América Latina, el escenario global está signado por la reaparición de la religiosidad como fenómeno social y político.

Dios no ha muerto

Un meticuloso y hasta ahora no superado estudio sobre el tema, titulado "El futuro de las religiones del mundo: proyecciones del crecimiento poblacional 2010 - 2050", realizado en 65 países por Pew Research Center, un centro de estudios de Washington, vaticinó que a mediados de este siglo esa religiosidad será mayor que en la actualidad, con un notable incremento de la población musulmana y una incógnita sobre lo que sucederá en China, convertida en el mayor "mercado de almas" del mundo.

El trabajo consignaba que el 63% de la población mundial se consideraba religiosa. El porcentaje más elevado se concentraba en África y Medio Oriente, mientras que en el extremo opuesto estaba China, donde el 61% se declaraba ateo. Pero el porcentaje autodefinido como religioso presenta variantes significativas. Entre los menores de 34 años, ese 63% ascendía al 66% y en la franja de menores ingresos y menor nivel educativo trepaba al 80%. En cambio, la religiosidad descendía entre los sectores con mayores niveles de ingresos. Los valores religiosos aparecían bastante más arraigados entre los más jóvenes y los más pobres.

Pero el dato más relevante es la expansión del Islam, que es la religión de más rápido crecimiento. La comunidad musulmana, que representa hoy el 23% de la población mundial, alcanzará en 2050 el 30%, con un salto de 1.600 millones de personas en 2010 a 2.760 millones en ese período. Para explicar ese fenómeno, alcanzan dos índices demográficos: uno de cada tres musulmanes es menor de 15 años y cada mujer musulmana tiene un promedio de tres hijos.

En ese mismo lapso, los cristianos aumentarán de 2.170 millones a 2.920, un número equivalente al 31% de la población mundial para esa fecha. Con esas cifras, en 2050 el Islam casi equipararía al cristianismo como primera minoría religiosa mundial y lo superaría a fines de siglo. Según esas proyecciones, en 2050 seis de cada diez personas serán cristianas o musulmanas. Para entonces, uno de cada siete habitantes del planeta será chino y China será la primera potencia económica mundial.

Estos datos permiten comprender por qué el Papa considera que la vinculación con el Islam y la relación con China son dos prioridades estratégicas absolutamente fundamentales para el futuro de la Iglesia Católica. Para Francisco, ese diálogo entre la Iglesia Católica y las grandes civilizaciones de Oriente es también la senda para que la iglesia sea plenamente "católica" en el sentido etimológico del término, o sea universal.

En 2014, el entonces presidente israelí Shimon Peres le planteó al papa Francisco la necesidad de la creación de las "Naciones Unidas de las religiones" para afrontar una guerra contra terroristas que "dicen matar en nombre de Dios". Según Peres, Francisco tendría que liderar esa construcción porque "el Santo Padre es un líder respetado como tal por las diferentes religiones y sus exponentes. Quizás sea el único que sea verdaderamente respetado". Algo está sucediendo en esa dirección.

 

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