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Alemania y sus fantasmas

Miércoles, 04 de enero de 2023 00:00
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Para algunos puede resultar una sátira política, pero los servicios de inteligencia de Alemania toman muy en serio las posibles implicancias de un extraño complot ultraderechista que amalgama a nostálgicos de la monarquía derrocada en 1918 tras la derrota germana en la primera guerra mundial con partidarios del Tercer Reich que hundió al país en la catástrofe de la segunda guerra, fusionados ambos en el desconocimiento de la legitimidad de la República Federal nacida luego de 1945 sobre los escombros del nazismo, a la que consideran una imposición de las potencias ocupantes contra una imaginaria "voluntad nacional". Pero, más allá de los ribetes rocambolescos de esta historia, las investigaciones permiten focalizar su atención en un aspecto más sombrío de la política interna de la columna vertebral de la Unión Europea y cuarta potencia económica del mundo.

El personaje emblemático de este episodio novelesco, que a la vez emerge como la punta del iceberg de una trama más obscura, es el príncipe Heinrich XIII de Reus-Köstritz, un millonario de 71 años, descendiente de una familia aristocrática de 700 años de antigüedad, a quien los conspiradores habían designado como el Jefe de Estado de un futuro gobierno "de facto". El pabellón de caza del príncipe fue una de las 150 propiedades allanadas en la mayor operación antiterrorista realizada por las fuerzas de seguridad alemana después de la segunda guerra mundial, en la que fueron detenidas 23 personas y descubiertos varios depósitos de armas y municiones y una abundante documentación comprometedora.

Heinrich ya era conocido públicamente como un ferviente nostálgico del imperio derrocado en 1918 tras la derrota en la primera guerra mundial, cuando sus ancestros reinaban en una región del este de Alemania. En una conferencia que dio en Suiza en enero de 2019, titulada "Experimenten el ascenso y caída del imperio de sangre azul", señaló que aquella primera gran guerra del siglo XX había sido una imposición de la familia Rothschild al Kaiser Guillermo y afirmó que "Desde su rendición el 8 de mayo de 1945, Alemania nunca volvió a ser una nación soberana", porque "el país se convirtió en una estructura administrativa de los aliados, una entidad de unión económica llamada República Federal Alemana, en otras palabras una estructura comercial".

Con semejantes antecedentes y tan ilustre linaje, Heinrich pasó a constituirse en la figura central del "Reichsbürger" ("Ciudadanos del Reich"), una organización fundada en 1985 que según la información policial tendría actualmente alrededor de 20.000 miembros, incluidos varias docenas de reclutados entre ex militares y agentes de las fuerzas de seguridad, articulados en pequeñas células a menudo independientes. La policía alemana sostiene que Ciudadanos del Reich preparaba un intento de golpe de estado que incluía el asalto al Bundestag (Parlamento), la detención de una extensa lista de personalidades políticas y la ejecución de una nómina de prominentes funcionarios.

Los organismos de seguridad de Alemania señalan que los grupos armados de ultraderecha representan una amenaza aún mayor que la del terrorismo islámico. Porque el príncipe Heinrich no es el único "loco suelto". Sin ir más lejos, en la puerta de entrada de un imponente castillo del este alemán un cartel informa que los visitantes ingresan en un nuevo país, denominado Königreich Deutschland (Reino de Alemania), proclamado como un estado independiente cuyo rey, Pedro I, fue proclamado solemnemente hace una década en una pomposa ceremonia y tiene su propia moneda, sus documentos de identidad, su bandera y unos 5.000 súbditos voluntariamente adheridos. Aunque comparte la declaración de ilegitimidad de la República Federal, Pedro I, cuyo verdadero nombre es Peter Fitzek, desmintió cualquier relación con Heinrich y sus cómplices y anunció que está comprando tierras en distintos puntos del país para instalar pequeñas comunidades de su imaginario reinado.

Opciones de la ultraderecha

Una poderosa señal adicional de alarma para las autoridades de Berlín fue la detención de Birgit Malsack Winkemann, una magistrada que entre 2017 y 2021 fue diputada del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), a quien los complotados pretendían designar Ministra de Justicia de su hipotético gobierno. Esta conexión subterránea con la AfD, una fuerza en ascenso con 94 diputados en el Bundestag y convertida en el principal partido de oposición al gobierno de coalición encabezado por el primer ministro socialdemócrata Olaf Scholz, integrado también por la democracia cristiana, los liberales y los ecologistas, abrió un nuevo e inquietante interrogante para los investigadores.

La prensa alemana destacó que el allanado castillo de Heinrich está ubicado en el estado de Turingia, en Alemania del este, un territorio donde desde las elecciones de 2020 AfD es la segunda fuerza política después de La Izquierda, una escisión de la socialdemocracia. Con la sensibilidad con que la memoria germánica atesora los recuerdos del nazismo, algunos historiadores sacaron a relucir una sugestiva declaración de Adolfo Hitler ante el resultado de las elecciones parlamentarias de 1930, tres años antes de su ascenso al poder:"El mayor éxito lo tuvimos en Turingia. Allí somos el partido realmente decisivo. Los partidos que hasta ahora formaban el gobierno de Turingia no están en condiciones de formar mayoría sin nuestra participación".

Precisamente Björn Höcke, copresidente de AdF en Turingia, y líder del ala derecha de su partido, desencadenó intensas polémicas por su condena al multiculturalismo, al Islam, la inmigración indiscriminada y las posturas ambientalistas. Ganó notoriedad en 2017 cuando consideró "vergonzoso" el monumento erigido en Berlín a las víctimas del Holocausto, exigió "un giro de 180º en la política conmemorativa de Alemania" y criticó la caracterización de Hitler como la "encarnación del mal absoluto".

En las filas de AfD cabe diferenciar entre una corriente conservadora clásica y una línea más radicalizada que descree de la democracia parlamentaria y no desecha el empleo de los métodos de acción directa. El ascenso de la "gran coalición" liderada por el socialdemócrata Scholz convirtió al partido en la principal opción opositora y le otorga la posibilidad de canalizar el descontento colectivo ante la política tradicional.

En este nuevo escenario, los moderados de AfD apuestan a una futura alianza con la democracia cristiana y los liberales para forjar un gobierno de centro -derecha mientras que la corriente más radicalizada es proclive a erigirse en una alternativa frontalmente "anti-sistema", convergente en los hechos con algunos de los planteamientos de los conspiradores de "Ciudadanos del Reich".

Irónicamente, esta controversia evoca el debate protagonizado en el campo de la izquierda alemana de la década del 70, entre los partidarios del avanzar por la vía electoral y la corriente extraparlamentaria encarnada por la Fracción del Ejército Rojo (más conocida como la Banda Baader -Meinhof), una organización terrorista nacida en 1970 que llegó a provocar una seria crisis política en 1977. Nadie imagina que estos grupos de nostálgicos tengan posibilidades de perpetrar un golpe de estado exitoso ni de recrear un movimiento de masas, pero los servicios de inteligencia no descartan su capacidad para reproducir un fenómeno similar a aquella guerrilla izquierdista que fue desarticulada definitivamente recién en 1998.

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