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La política borgiana del presidente Milei

La concentración del poder en el presidente parece responder al modelo de "El Príncipe", la obra de Maquiavelo que define el ideal de gobernante.
Viernes, 21 de noviembre de 2025 01:44
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El resultado electoral a favor del oficialismo, fortalecido por la reducción de la inflación, es acompañado por la indulgencia del electorado votando a dirigentes políticos del kirchnerismo y la LLA cuestionados por corrupción. El gobierno renovó el crédito social, pero la falta de diálogo impone una agenda de cooptación a los adversarios y consecuencias políticas gravosas producto de la desfinanciación de los servicios y la obra pública.

Las últimas elecciones de medio término y el buen resultado a favor del oficialismo generaron diversas interpretaciones que van desde la polarización entre LLA y kirchnerismo, pasando por el miedo al pasado, hasta los que afirman que falta educación democrática.

En este sentido, enumeramos algunas de las múltiples causas que generaron este resultado: Lo que atravesó al electorado fue la indulgencia para con los dirigentes políticos sospechados y otros de probada corrupción que se proponían como candidatos, algunos del PJ y otros de la LLA. Así, los casos de peculado en distintas provincias gobernadas por el PJ, el caso de violencia de género del expresidente Alberto Fernández o la detención de la expresidenta Cristina Fernández; no pesaron en la balanza a la hora de volver a votar al PJ, que se consolidó como la principal fuerza de oposición. Tampoco tuvo peso el caso Libra, el escándalo de Andis y Spagnuolo o el caso Esper, ya que la LLA fue vista sin ningún reparo a la hora de votar y obtuvo un renovado apoyo social a la política del gobierno.

Los votantes, despojados de cualquier atadura ética por su voto, se justifican con frases como "no voto porque no cambia nada", "quiero dos años de estabilidad, después vemos" o "no hay alternativas". Esta última frase es frecuente, aunque en esta elección hubo candidatos y propuestas desde la ultraderecha, que está en el gobierno, hasta la opositora ultraizquierda, pasando por liberales, radicales, demócratas cristianos, social cristianos, nacionalistas y conservadores. Hubo una oferta política que engloba a todo el arco ideológico, por consiguiente, existieron alternativas para elegir. Detrás de estas justificaciones están los intereses de "mi metro cuadrado", mis prejuicios: antiperonistas, anti radicales, antiliberales o la indiferencia con los más débiles y desprotegidos.

El apoyo del tesoro de EE. UU., comprando bonos de la deuda argentina y habilitando un "swap" de veinte millones de dólares, creó un ambiente de confianza en los mercados bursátiles y en el electorado, que lo tradujo en apoyo de continuidad del plan antiinflacionario. El resultado final es la derrota del kirchnerismo – que se perfilaba como principal oposición – y la concentración de poder en la figura del presidente Milei.

La concentración del poder

El poder concentrado del presidente Milei está emparentado con la idea explicitada en "El príncipe" de Maquiavelo, en el cual el ideal de gobierno es que el poder se mantenga poder centrado en el trono. Es la llamada práctica "borgiana", reflejada en las figuras del duque César Borgia y de Rodrigo Borgia (papa Alejandro Vl).

En la política borgiana, para el gobernante, lo que importa es mantener el poder.

La política borgiana del gobierno de Javier Milei se sustenta en la idea de que solo el presidente garantiza el buen ejercicio del poder, sin oposición en una sociedad que necesita orden y es engañada por "los políticos". Esta forma de ejercer el poder ignora los procedimientos democráticos y debilita la democracia.

Uno de los rasgos de esta política fue la reunión, una semana antes de las elecciones en la casa de gobierno, en la cual el asesor del presidente norteamericano, Barry Bennet conversó con los jefes de bloque en la cámara de diputados de la nación Cristian Ritondo (PRO), Rodrigo de Loredo (UCR) y Miguel Ángel Pichetto (Encuentro Federal) proponiendo el inicio del diálogo político con la oposición.

El otro rasgo borgiano, antes de las elecciones, cuando el poder Ejecutivo promulgó las leyes de Financiamiento Universitario y Emergencia pediátrica, pero suspendió su aplicación, aduciendo que el congreso debería explicar de dónde saldrían los fondos; argumento similar al utilizado para no aplicar la Emergencia en Discapacidad. En consecuencia, el presidente no cumplió con las leyes que formalizaron todos los pasos constitucionales para ser efectivamente aplicadas y otorgó arbitrariamente un aumento del 60% en los haberes del personal del Hospital Garrahan.

El último rasgo fue la activación de un tramo del swap de divisas, de la cual el gobierno de los EE. UU. obtuvo ganancias – según el secretario del tesoro de EE. UU. – reafirmando que no fue un salvataje, sino que tuvo como fin fortificar la relación bilateral y favorecer a la estabilidad regional.

¿Relanzamiento?

Terminadas las elecciones, con el resultado electoral conseguido, el gobierno del presidente Javier Milei inauguró la segunda parte de su mandato con una renovada legitimidad política y un mensaje: implementar un plan económico que permita consolidar lo logrado.

La legitimidad política y el mensaje están subsumidos en la política borgiana del gobierno, que enmascara convocatoria unilateral con diálogo político, sumada a la postergación del tratamiento del presupuesto. En consecuencia, sólo fueron convocados aquellos gobernadores considerados "racionales" con exclusión explícita de cuatro de sus pares; Estos últimos, a su vez, muy poco proclives a concurrir. En la reunión no se propuso una distribución equitativa y federal de las partidas de gastos y recursos, sino que prevalece el hábito centralista de hacerlo de acuerdo con la cercanía o lejanía entre los mandatarios y el presidente. Una mala copia de lo que este gobierno venía a remediar.

Luego, ¿estas ideas y formas de gestionar la política podrían vertebrar el ausente diálogo político?

En todas las democracias contemporáneas, una condición necesaria es que la máxima autoridad política, el presidente de una nación, sea responsable de iniciar y facilitar el diálogo con todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria.

Entonces, el diálogo político democrático se desarrolla con todos los partidos políticos con representación en el Congreso, de tal modo que en todos los poderes instituidos se apliquen los acuerdos logrados.

La convocatoria del gobierno con una agenda del presidente Milei, excluyendo a las provincias de Buenos Aires, La Rioja, Formosa y Tierra del Fuego habla de una estrategia unilateral sin agenda previa acordada, es decir, se parece poco al diálogo político.

Convivencia incómoda

La política borgiana parte de una minusvalía a la representación política del poder legislativo y la idea de que la legitimidad política anida en el poder concentrado en una persona, una muestra de esta visión es el poder delegado en su hermana, que lidera la "mesa chica libertaria" formada por Karina Milei, el vocero y ahora jefe de Gabinete, Manuel Adorni, el flamante ministro del Interior, Diego Santilli, la ministra de Seguridad y futura presidenta del bloque de senadores oficialistas, Patricia Bullrich, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el asesor presidencial Santiago Caputo.

Por lo tanto, el poder concentrado en el presidente no registra las demandas que no tienen color político, como el reclamo por el mantenimiento de la obra y los servicios públicos.

Entonces, en este escenario, el fraccionamiento de la UCR, la diáspora del PRO, la división de la izquierda y el blindaje del PJ para impedir discusiones internas a partir de una sola frase "con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede", todo prefigura un panorama político asolado por un faccionalismo generalizado expresado en una oposición dividida y una convocatoria oficial con límites para mantener una discusión independiente de los argumentos del presidente Donald Trump.

 

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