¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
14°
27 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Milei: del tropiezo a la "Operación credibilidad"

Como en la economía, en política la credibilidad se paga de contado y se pierde en cuotas. Esta es la tarea que debe encarar con firmeza LLA para que el 26 de octubre muestre una recuperación.
Sabado, 27 de septiembre de 2025 01:18
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La elección del 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires dejó a La Libertad Avanza (LLA) segunda y al perokirchnerismo ganador. No fue sorpresivo; la Provincia de Buenos Aires es territorio históricamente peronista, con estructura, aparato y un gobernador activo. El error fue de relato, en vez de fijar un objetivo plausible, desplazar al viejo macrismo como oposición ordenadora y crecer donde se puede, el oficialismo nacional prometió ganar cuando eso no era posible. Cuando el resultado llegó, la narrativa rebotó como un búmeran y golpeó donde más duele: la credibilidad.

Esa credibilidad es el capital político de Milei. Su "contrato" electoral no fue el del alivio rápido, sino el de la motosierra, sería duro y lento, pero necesario. Para su base, en especial jóvenes expulsados del futuro y clase media cansada de la inflación, la vara es contable, dólar contenido, precios desacelerando respecto a los picos, disciplina fiscal. Si esos tres semáforos mantienen el verde tenue, muchos concluyen que el presidente no mintió, dijo que iba a doler, y duele.

El problema es que a la derrota se superpusieron notas y denuncias sobre presuntas coimas y manejos opacos en el círculo íntimo, con el nombre de la hermana presidencial ocupando titulares. Más allá de su veracidad, sea cual fuere el desenlace judicial, ese tipo de historias golpea un nervio esencial del mileísmo, el contraste entre "la casta" y "nosotros". Cuando el "nosotros" aparece bajo sospecha de "ser como ellos", la grieta simbólica se difumina. Esa es, quizás, la amenaza más peligrosa para el gobierno, no la crítica ideológica, esperable, sino la erosión del relato fundante.

En ese contexto, la gira a EE. UU. Puede leerse como una "operación credibilidad". La foto con Trump, impopular para muchos, pero indiscutiblemente poderosa y con llave de acceso a capital e influencia, buscó enviar un mensaje hacia adentro, "afuera nos toman en serio porque estamos haciendo lo correcto". El kirchnerismo y la izquierda intentarán traducirlo como "más FMI y deuda", pero el votante argentino suele ser pragmático, tolera el costo político si percibe alivio en el bolsillo. Si funciona, no es una postal, es capital político. Recupera credibilidad justo donde hace falta, en el indeciso cansado, y la convierte en tracción electoral para el 26 de octubre, refuerza la idea de rumbo, atrae moderados, ordena aliados y mejora las chances de sumar bancas.

Lo que funcionó, lo que falló y lo que falta:

  • Funcionó encuadrar la "herencia" para justificar el ajuste y advertir que no habría milagros. Funcionó cierta normalización cambiaria y una desaceleración de precios frente a los máximos, suficiente para sostener a la base.
  • No funcionó nacionalizar PBA prometiendo lo improbable, ni subestimar el voto territorial del conurbano. No funciona la motosierra sin empatía, jubilados, pensiones por discapacidad y otros colectivos no pueden ser el "adversario" en la narrativa.
  • Falta un relato post-motosierra. La épica de demoler ya cumplió su ciclo; ahora se necesita la épica de construir, tres o cuatro banderas medibles y repetibles, crédito pyme, desburocratización con plazos, metas de exportación en energía; minería y tecnología, y un plan explícito de alivio gradual a los más golpeados.
  • El núcleo joven, paciencia con condiciones: buena parte del voto joven tolera el sacrificio si percibe rumbo, trámites más simples, horizonte de empleo en sectores de futuro y menos sensación de "plan Ezeiza". No miden solo índices; miden sentido. Si el dólar no explota y la inflación no se recalienta a los niveles más altos, la paciencia sobrevive. Pero no es infinita.
  • PBA y la lección narrativa; volvamos un segundo a la provincia. En CABA, en mayo, LLA había descabezado un tótem, desplazó al PRO, después de 18 años de hegemonía, y obligó al sistema a reacomodarse. El kirchnerismo no "perdió" allí, venía segundo y quedó segundo; el que perdió fue el macrismo. Ese antecedente trazaba un plan de vuelo, en PBA, donde el kirchnerismo es más rocoso y el conurbano manda, LLA podía crecer como nueva oposición, no necesariamente ganar. Construir su relato alrededor de ese objetivo, tomar el lugar que Cambiemos dejaba vacante, consolidarse en secciones urbanas, agrandar la base, hubiera convertido un resultado previsible en victoria simbólica. No pasó. Se prometió lo improbable, se cosechó frustración. Y, con ella, ruido en el activo más sensible del gobierno, la expectativa.

El 26 de octubre se vota Legislatura. Sin bancas nuevas, las reformas quedan atadas a minorías y vetos cruzados. De aquí a ese día, la consigna es simple de decir y difícil de ejecutar, orden macro, empatía micro, transparencia total. Y un discurso menos épico y más verificable, menos "cambiar la historia", más tres promesas concretas que cualquier vecino pueda chequear.

¿Milei recupera credibilidad? La respuesta honesta, está en proceso. La gira y los respaldos ayudan a recomponer percepciones en su base y entre indecisos. Si el gobierno sostiene el dólar, mantiene a raya la inflación frente a los picos, muestra un hito económico tangible y limpia dudas éticas con hechos, la credibilidad se acumula. Si, por el contrario, la motosierra parece selectiva y el discurso anticasta convive con privilegios propios, la narrativa se desarma por su punto más sensible, la coherencia.

La elección bonaerense dejó una cicatriz. Bien contada, puede ser credencial. Milei ganó prometiendo dureza y rumbo. Recuperará credibilidad si demuestra que esa dureza tiene propósito, que el rumbo tiene hitos y que la ética que lo trajo hasta acá no es eslogan. Entonces, la foto internacional será prólogo, no maquillaje, de una segunda temporada en la que el presidente empiece a construir con la misma energía con que demolió.

En Argentina, el relato pesa tanto como la realidad. Nadie tiene crédito infinito. Pero todavía hay crédito por ganar. Y, como en la economía, la credibilidad se paga al contado y se pierde en cuotas.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD