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5 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
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Espiral de violencia

Viernes, 05 de septiembre de 2025 01:56
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Los episodios de violencia que se sucedieron en los actos de campaña de Junín, Lomas de Zamora, Corrientes y Moreno, o peleas a trompadas en la Facultad de Derecho de la UBA; son los eslabones de una cadena de violencia explícita, ya que, en uno de estos actos señalados una piedra de gran tamaño paso a diez centímetros de la cabeza del presidente Milei,

La violencia política; distinta a la violencia filial entre amigos, la intrafamiliar entre padres e hijos o la de género; tiene el componente del poder y es ejercida desde el estado o desde las agrupaciones políticas autorizadas a disputar para ejercer el poder.

La espiral de violencia política es un camino que se transita a pasos, el primer paso es descalificar al adversario político tratándolo de enemigo.

En Argentina el camino se recorre con justificaciones de oficialistas y opositores, diciendo unos que es una operación del gobierno, otros que es la última reacción del kirchnerismo; así, los opositores están habilitados a tirar piedras a los oficialistas y a la inversa que los oficialistas están habilitados a tirar piedras a los opositores.

El día posterior a los hechos señalados, el presidente Milei al hablar frente a empresarios decía "que no le daba miedo que le tiraran piedras…que estaba acostumbrado" en referencia a su pasado como arquero de un equipo de fútbol como si naturalizar la violencia en el fútbol se equiparara a la acción política.

En el mismo sentido, los partidos de oposición dicen poco o nada sobre la violencia política y la justifican diciendo "no es el primer presidente al que le tiran piedras" justificando la reacción de los violentos.

En suma, ni la oposición ni el gobierno repudian la violencia política, aceptando la violencia como parte de la campaña electoral. La mejor tradición política sostiene que todos los partidos políticos y el presidente deben repudiar la violencia, propugnando una convivencia en paz para disputar el poder.

La violencia política en Argentina tiene una larga historia que viene desde las guerras civiles del siglo XlX hasta el terrorismo de estado del siglo XX. En consecuencia, la dirigencia y los partidos políticos no deben naturalizar o mirar para otro lado ante los primeros signos de una escalada de violencia en ciernes.

Decimos en ciernes porque los mensajes que se escuchan para las próximas elecciones provinciales y nacionales son: "la arrogancia y la crueldad sostienen la mentira" en referencia al mensaje del presidente; a la vez desde el oficialismo dicen "que le pondrán el último clavo al cajón del kirchnerismo".

La eliminación del enemigo ronda como opción no querida, pero posible, para saldar las disputas por el poder, entonces la política es sinónimo de odio e intimidación.

El respeto a la vida, las diferencias y el rechazo a la violencia es el capital político de la democracia argentina, donde se puede ganar y perder elecciones sin matar a nadie ni fraguar resultados electorales.

El gobierno del presidente Milei y los partidos políticos argentinos son los custodios de este capital político y los garantes de impedir la persistencia de la espiral de la violencia política.

Luego de cuarenta y dos años de democracia, no debemos dilapidar el principal capital político.

 

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