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Pastor de tierra adentro

Jueves, 06 de agosto de 2020 02:15

Antes de llegar a los 44 años de aquel fatídico 4 de agosto de 1976, Enrique Angelelli, obispo de La Rioja fue proclamado beato y mártir por el papa Francisco el año pasado, y sigue siendo una figura controvertida para la Iglesia y la sociedad argentina. Sin embargo, su martirio se encuadra en el concepto amplio y actualizado o renovado, de lo que llamamos en teología, "odio a la fe".

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Antes de llegar a los 44 años de aquel fatídico 4 de agosto de 1976, Enrique Angelelli, obispo de La Rioja fue proclamado beato y mártir por el papa Francisco el año pasado, y sigue siendo una figura controvertida para la Iglesia y la sociedad argentina. Sin embargo, su martirio se encuadra en el concepto amplio y actualizado o renovado, de lo que llamamos en teología, "odio a la fe".

El proceso de beatificación, es decir, el reconocimiento de que el obispo Angelelli está en la Gloria de Dios, con un lugar en los altares de la iglesia terrenal, tuvo un camino más sinuoso que el juicio penal, realizado contra los responsables en la región de las fuerzas militares a cargo del poder.

Signo de contradicción

Así como se cerró la investigación de su muerte en los años posteriores con el argumento de que fue un accidente automovilístico; a nivel eclesial, se creó el mito del "obispo rojo" contra el prelado riojano, para desprestigiarlo, de tal manera que el proceso canónico de su beatificación fue trabado durante mucho tiempo.

Fue la conclusión del proceso penal en la causa 97000411/2012, y su posterior publicación de los fundamentos en el año 2014, donde fueron condenados el general Luciano Benjamín Menéndez y el brigadier Luis Fernando Estrella por el crimen de lesa humanidad de monseñor Angelelli, lo que posibilitó declarar al obispo también como Mártir.

El papa Francisco reconoció que Angelelli fue asesinado de modo premeditado por "odium fidei".

El concepto de martirio ha cambiado después del Concilio Vaticano II, o, mejor dicho, ha vuelo a su cauce original. No es el odio a los dogmas de fe como se afianzó en la Edad Media, sino a las obras que la fe suscita en la vida de los cristianos.

El Evangelio de Jesucristo es muy claro y contundente, como lo recuerda el mismo papa Francisco, "la lógica del evangelio es la lógica de no lavarse las manos, la lógica de no mirar hacia otro lado. La lógica de hacerse cargo del otro. El "que se las arreglen' no entra en el vocabulario cristiano".

El obispo Angelelli, fue consagrado a los 37 años como obispo auxiliar de Córdoba y fue uno de los padres conciliares en Roma, que participó activamente de la elaboración de los documentos del Concilio Vaticano II y uno de los obispos que firmó el llamado "Pacto de las Catacumbas", donde se comprometieron a dar testimonio de austeridad y compromiso con los fieles, con una opción preferencial por los pobres, Pacto que Angelelli respetó durante todo su ministerio episcopal en Córdoba y en La Rioja.

Trasladado como obispo titular de La Rioja, y habiendo entendido lo que significaba la misión de la Iglesia en el mundo y el pastoreo de los humildes, trazó un plan pastoral acompañado por gran parte de su clero y de las religiosas, religiosos y laicos de su provincia adoptiva.

Se propuso hablar de Dios a los pobres, no de un Dios amenazante y castigador, sino del Padre Dios que los protege y los defiende, de un Dios que no pide resignación, sino justicia. No fue una opción política como se pretendió hacerlo parecer. No fue montonero ni erpiano. Fue cristiano. Pastor con olor a oveja. Más allá de las fotos mal intencionadas, o falsas noticias que deforman su imagen, sus cartas, homilías, escritos pastorales y poemas nos muestran el alma de un santo moderno, de una iglesia comprometida de verdad con la causa de los pobres de nuestras tierras, de una iglesia de la caridad con obispos pastores serenos y confiables, alegres y solidarios.

Lejos de esa caricatura del clericalismo latinoamericano, donde se desdibuja la sencillez del Evangelio, encarnó la figura del Padre Obispo defensor y protector. El viejo clericalismo y los sectores sociales de poder que se sintieron cuestionados por su prédica intentaron empantanar el camino a los altares de un hombre de la caridad, del amor solícito, del perdón, de la esperanza y del compromiso por la justicia.

"Un oído en el pueblo y otro en el Evangelio" fue su lema preferido. Y en los días más violentos de la historia de nuestra Patria, no pudo callar lo que ardía dentro de su corazón, sin violencia, sin fusiles, sin bombas, pero sí con la palabra clara y contundente, con una lengua afinada y locuaz como espada con dos filos, así defendió a sus pobres, fiel a la doctrina social de la iglesia.

Angelelli adelantó los tiempos de la iglesia y vivió lo que Francisco pretende hoy para ella. Tomó en serio el Concilio Vaticano II y su recepción en América Latina y se convirtió en un verdadero profeta, siendo la voz de los que no tienen voz, terminando su vida como los profetas de la Antigua Alianza, hablando a tiempo y a destiempo hasta el martirio.

La propuesta de la Iglesia con la beatificación del obispo mártir riojano, Enrique Angelelli, junto a la canonización del Obispo mártir de El Salvador, Oscar Romero, profundiza el concepto del martirio de "odium fidei" al "odium caritatis", como fue en los inicios de la vida cristiana y el mensaje de los primeros obispos o padres apostólicos.

La sangre de los mártires es la semilla de los nuevos cristianos.

El obispo Pedro Casaldáliga de Brasil, entre sus poemas dice "Enrique, pastor de tierra adentro, testigo interceptado, hay que seguir andando nomás por el camino de Emaús en la tarde, con el pueblo que anda, noche adentro, obstinado, detrás del alba nueva".

 

 

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