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De vender empanadas con su madre a cumplir un sueño e ir por más: la historia de Viviana

A la prometedora mediocampista, con solo 20 años, le llegará la oportunidad que tanto buscaba en el fútbol, nada menos que en Banfield. Una vida marcada por el sacrificio y la lucha.
Domingo, 03 de julio de 2022 02:24

No fue fácil el camino para Viviana Cabral, la joven salteña que con tan solo 20 años ya dio un salto importante en su camino plagado de sueños de gloria y de grandeza, pero también empinado por los sacrificios que conllevan hacerse un lugar en el fútbol. 

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No fue fácil el camino para Viviana Cabral, la joven salteña que con tan solo 20 años ya dio un salto importante en su camino plagado de sueños de gloria y de grandeza, pero también empinado por los sacrificios que conllevan hacerse un lugar en el fútbol. 

De vender empanadas junto a su madre para costearse los gastos que demandan sus estadías en Buenos Aires ante cada prueba plagada de ilusión, a tener la gran chance de inscribir su nombre en Banfield, un poco más cerca de la élite del fútbol femenino de la Argentina, club al que fue seleccionada para sumarse a fin de año, el camino de Viviana no fue para nada sencillo. 

La joven oriunda de Rosario de la Frontera le dedicó 14 años de su corta vida a la actividad deportiva, primero despuntando su otro gran amor, el hockey, en el club Güemes de su ciudad natal, donde comenzó cuando apenas tenía 6 años. 

A los 12, llegó una persona a su vida que le cambiaría el curso de su existencia, el profesor Dito Sendín, quien la sacó del hockey para insertarla en el mundo del fútbol. “Él me hizo jugadora de fútbol”, le contó con orgullo Viviana a El Tribuno. Arrancó en Hispano Argentino de la liga de Rosario de la Frontera desde muy pequeña, luego fue convocada para el seleccionado de Trancas, donde jugó en el ascenso tucumano y se dio el gusto de salir campeona.

En su retorno al pago, integró el seleccionado de la Ciudad Termal y allí fue donde la vio Belén Morelli, para llevarse las gambetas y pausas de Viviana nada menos que a Central Norte, donde obtuvo la gran vidriera para aprovechar la oportunidad de una prueba en Campo Santo, para que Banfield pose sus ojos en ella.

Allí, la mediocampista que también suele desempeñarse como delantera fue seleccionada para una nueva prueba en Buenos Aires, que superó con creces, para adquirir la promesa del club bonaerense de llevársela a fin de año para codearse con el nivel competitivo.

“Estoy soñando con los ojos abiertos y no quiero despertar, era un sueño que yo tenía. Teníamos que juntar mucha plata porque mantenerse en Buenos Aires es caro. Nos ayudó mucha gente, tuvimos una colaboración del intendente de Rosario de la Frontera (Gustavo Solís), pero no fue fácil, con mi madre tuvimos que hacer y vender empanadas para acercarnos al sueño”, relató la integrante de una familia numerosa compuesta por diez hermanos (5 varones y 5 mujeres, de las cuales solo dos juegan al fútbol en la actualidad). "Banfield es otro nivel, el juego, todo es distinto, fue una experiencia linda de las chicas que fuimos y muy enriquecedora, pero es otro fútbol”, contó.
 

Una esperanza azul y oro

Viviana sueña con poder vivir de lo que ama y jugar en el Boca de sus amores. Y por su estirpe luchadora piensa perseguir ese sueño esforzándose como siempre, terminando la secundaria por la mañana, trabajando por la tarde y entrenando en lo que le queda del día. “Les digo a las chicas que les gusta el fútbol que se animen, porque el fútbol es vida, te hace vivir experiencias inolvidables. Los sueños se cumplen, siempre con sacrificio, y los sacrificios valen la pena”, concluyó.

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