Tras la brutal represión injustificada de la policía militar de Río de Janeiro a hinchas argentinos en el estadio Maracaná antes del arranque del clásico entre Brasil y la Albiceleste, lo que generó que el partido se retrase casi media hora, que los futbolistas de la scaloneta acudan a la tribuna de la cabecera a defender a los suyos y amagaran con no jugar el partido si la violencia no cesaba, la Conmebol rompió el silencio.
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Tras la brutal represión injustificada de la policía militar de Río de Janeiro a hinchas argentinos en el estadio Maracaná antes del arranque del clásico entre Brasil y la Albiceleste, lo que generó que el partido se retrase casi media hora, que los futbolistas de la scaloneta acudan a la tribuna de la cabecera a defender a los suyos y amagaran con no jugar el partido si la violencia no cesaba, la Conmebol rompió el silencio.
Justamente el ente sudamericano, en el ojo de la tormenta por no prever lo que finalmente aconteció, más aún con los antecedentes frescos del Fluminense-Boca, se sacó de encima la "mochila" y culpó a la FIFA, al aclarar que el organismo máximo tiene "atribuciones exclusivas" en la organización del certamen.
"La Conmebol condena toda forma de violencia y cooperará siempre con acciones que apunten a desterrarla", apunta el comunicado. Y aclara que la Conmebol "no es organizadora de las clasificatorias a la Copa del Mundo. La elaboración de las normas, así como la decisión de abrir una investigación y la aplicación de eventuales sanciones, son atribuciones exclusivas de la FIFA".